/ martes 6 de abril de 2021

Los periódicos viejos y un joven reportero

A Modo de Crónica

Saúl Bellow, el escritor norteamericano que obtuvo el premio Nobel en el año de 1976, autor de novelas como “El legado de Humboldt” y “Herzog 1964”, esta última un texto autobiográfico conocido como “el cornudo”, dijo en una ocasión que era un enigma de la modernidad que ahora, en la era de la comunicación, se esté al borde de la incoherencia total.

Bellow aseguró que este fenómeno de la incomunicación actual es la pérdida de contacto. Y lo extraño es que entre más medios de comunicación tenemos, menos sabemos de las personas. Por eso, uno de los elementos que pueden impedir ese aislamiento son los periódicos viejos.

Cuando se acostumbra a leerlos para encontrar noticias del pasado y porque en ellos encontramos diversas historias de hechos y personas muchas veces desconocidas, pero que vale la pena recordarlas por lo mucho que significan a fin de valorar la calidad humana.

En lo particular me gusta conservar recortes de periódicos, algunos de varias décadas atrás. Notas periodísticas interesantes muchas de las cuales tienen que ver con la historia de nuestra entidad y que han aparecido en diarios como El Sudcaliforniano, El Eco de California, El Peninsular, Últimas Noticias, El Forjador y otros más editados en varias épocas. Aunque también siempre me llamaron la atención los artículos de las revistas.

Por mencionar solo una, la que llevaba el nombre de Compás que publicó en el mes de agosto del 2008 una semblanza del periodista Mario Santiago, escrita por Leticia Garriga. En ella hace mención de los intentos de esta persona por encontrar un empleo en uno de los periódicos de la localidad. Así lo dice:

“Un día cualquiera siempre con la esperanza de abrirse un futuro mejor, compró el periódico el Sudcaliforniano y descubrió un anuncio pequeño que decía: “Se solicita reportero profesional, los interesados presentarse en el periódico “Sudcaliforniano”, Belisario Domínguez e Hidalgo”

Le dio vuelco el corazón y se dirigió a buscar la dirección. El periódico El Sudcaliforniano llegaba a la entidad cada semana. Se editaba en Ensenada y lo traían por Aero-carga, línea aérea de la entidad. Siempre a pie y sudando ese calorcito de agosto, llegó ante don Tomás Limón García, director del periódico y se presentó solicitando el trabajo de reportero. Durante la entrevista tuvo que decir la verdad: ¡No tenía experiencia como periodista!”

Al principio don Tomás no quiso contratarlo, pero ante las súplicas de Mario le encomendó hacerle una entrevista al director del Instituto de la Juventud—Víctor Lieceaga—relacionada con la visita de la preselección olímpica de los Estados Unidos que visitarían la ciudad. Al regresar al periódico, Mario le entregó la nota al director y al leerla le dijo ¡Te quedas! Esas palabras le permitieron iniciar su vida como periodista y trabajar después en otros medios.

“En ese tiempo—dice Leticia—trabajaban en El Sudcaliforniano don Tomás Limón como Director General, Carlos Morgan como columnista, Carlos Savín, reportero, Beatriz Meza, reportera de sociales, y como colaboradores Carlos Domínguez Tapia, Francisco Arámburo Salas, José Alberto Peláez y Néstor Agúndez.

La información anterior nos demuestra el grado de importancia que tienen las notas antiguas de los periódicos y revistas. Hojear una de ellas, con el cuidado que merecen esas hojas amarillentas, quebradizas, es reanudar una comunicación

con el pasado que se hace presente cuando las comentamos con otras personas, para establecer corrientes de opinión, que se antojan indispensables en esta era de aislamientos y de egoísmos sociales.

Jacques Faubet, quien fue director del periódico La Monde dijo en una ocasión que el adversario de la prensa, del libro, es la movilidad de la existencia. En todos los medios sociales, muchos no leen los periódicos por pereza y se contentan con la radio y la televisión. La palabra escrita requiere un esfuerzo de silencio, de lectura y de reflexión.

Cuando le preguntaron cuál será el futuro de la información, contestó que es un problema de civilización y de sociedad. Los hombres sienten una necesidad de saber y al mismo tiempo no encuentran tiempo para ello. Se ven sacudidos constantemente, son cambiantes, móviles. Una civilización más tranquila volverá de forma natural a la palabra escrita.

A Modo de Crónica

Saúl Bellow, el escritor norteamericano que obtuvo el premio Nobel en el año de 1976, autor de novelas como “El legado de Humboldt” y “Herzog 1964”, esta última un texto autobiográfico conocido como “el cornudo”, dijo en una ocasión que era un enigma de la modernidad que ahora, en la era de la comunicación, se esté al borde de la incoherencia total.

Bellow aseguró que este fenómeno de la incomunicación actual es la pérdida de contacto. Y lo extraño es que entre más medios de comunicación tenemos, menos sabemos de las personas. Por eso, uno de los elementos que pueden impedir ese aislamiento son los periódicos viejos.

Cuando se acostumbra a leerlos para encontrar noticias del pasado y porque en ellos encontramos diversas historias de hechos y personas muchas veces desconocidas, pero que vale la pena recordarlas por lo mucho que significan a fin de valorar la calidad humana.

En lo particular me gusta conservar recortes de periódicos, algunos de varias décadas atrás. Notas periodísticas interesantes muchas de las cuales tienen que ver con la historia de nuestra entidad y que han aparecido en diarios como El Sudcaliforniano, El Eco de California, El Peninsular, Últimas Noticias, El Forjador y otros más editados en varias épocas. Aunque también siempre me llamaron la atención los artículos de las revistas.

Por mencionar solo una, la que llevaba el nombre de Compás que publicó en el mes de agosto del 2008 una semblanza del periodista Mario Santiago, escrita por Leticia Garriga. En ella hace mención de los intentos de esta persona por encontrar un empleo en uno de los periódicos de la localidad. Así lo dice:

“Un día cualquiera siempre con la esperanza de abrirse un futuro mejor, compró el periódico el Sudcaliforniano y descubrió un anuncio pequeño que decía: “Se solicita reportero profesional, los interesados presentarse en el periódico “Sudcaliforniano”, Belisario Domínguez e Hidalgo”

Le dio vuelco el corazón y se dirigió a buscar la dirección. El periódico El Sudcaliforniano llegaba a la entidad cada semana. Se editaba en Ensenada y lo traían por Aero-carga, línea aérea de la entidad. Siempre a pie y sudando ese calorcito de agosto, llegó ante don Tomás Limón García, director del periódico y se presentó solicitando el trabajo de reportero. Durante la entrevista tuvo que decir la verdad: ¡No tenía experiencia como periodista!”

Al principio don Tomás no quiso contratarlo, pero ante las súplicas de Mario le encomendó hacerle una entrevista al director del Instituto de la Juventud—Víctor Lieceaga—relacionada con la visita de la preselección olímpica de los Estados Unidos que visitarían la ciudad. Al regresar al periódico, Mario le entregó la nota al director y al leerla le dijo ¡Te quedas! Esas palabras le permitieron iniciar su vida como periodista y trabajar después en otros medios.

“En ese tiempo—dice Leticia—trabajaban en El Sudcaliforniano don Tomás Limón como Director General, Carlos Morgan como columnista, Carlos Savín, reportero, Beatriz Meza, reportera de sociales, y como colaboradores Carlos Domínguez Tapia, Francisco Arámburo Salas, José Alberto Peláez y Néstor Agúndez.

La información anterior nos demuestra el grado de importancia que tienen las notas antiguas de los periódicos y revistas. Hojear una de ellas, con el cuidado que merecen esas hojas amarillentas, quebradizas, es reanudar una comunicación

con el pasado que se hace presente cuando las comentamos con otras personas, para establecer corrientes de opinión, que se antojan indispensables en esta era de aislamientos y de egoísmos sociales.

Jacques Faubet, quien fue director del periódico La Monde dijo en una ocasión que el adversario de la prensa, del libro, es la movilidad de la existencia. En todos los medios sociales, muchos no leen los periódicos por pereza y se contentan con la radio y la televisión. La palabra escrita requiere un esfuerzo de silencio, de lectura y de reflexión.

Cuando le preguntaron cuál será el futuro de la información, contestó que es un problema de civilización y de sociedad. Los hombres sienten una necesidad de saber y al mismo tiempo no encuentran tiempo para ello. Se ven sacudidos constantemente, son cambiantes, móviles. Una civilización más tranquila volverá de forma natural a la palabra escrita.

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