/ martes 21 de diciembre de 2021

La moda 2022

Resulta que los diseñadores no inventan tendencias de moda, sino compran servicios a agencias especiales que se dedican a investigar, analizar y como resultado predecir las tendencias futuras.

Hasta donde sé, algunas de las agencias más famosas son WGSN, Carlin Group, The Future Laboratorio y Trend Union.

De esta manera podemos decir que las tendencias de moda populares no nacen en los talleres de diseño, sino que se deben a la calle, es decir, a nosotros.

Eso yo no lo sabía, lo tuve que averiguar, porque me pareció muy curioso que esa bella joven que vi en una tienda de reconocida cadena comercial, afirmara, sin duda alguna, que en el 2022, imperará el color plateado.

Ella traía un corte de cabello que la hacía verse más atractiva, quizá porque eso le dictaron los modistos de 2020, en plena pandemia, pero eso es lo de menos, pues después de una pregunta que no sé de dónde vino- si de la cajera que, aburrida, la atendía -o del clásico amigo de esta que siempre tiene a un lado, sin hacer nada, o de otro consumidor, o de mi o del más allá pero ella soltó la premisa que para enero en adelante, andaremos todos de ese color.

En un vestido, en la falda, en el pantalón, en el traje de sastre, en los zapatos, en los calzones, en una chamarra, en una guayabera, en una pañoleta, en la gorra, en los calcetines, vaya usted a saber, pero el color que tiranizó la moda es ese y ni para donde hacerse.

Así lo dijo la joven, antes de pagar lo correspondiente por esa botella de agua, un yogur y unas galletas de avena que agarró del mostrador porque estaban en oferta.

Le hicieron la pregunta o se puso a contar por iniciativa propia, para lucirse frente a nosotros, quién sabe, pero no le tembló la mano para sentenciar que durante doce meses el color plata es lo que debe de imperar y punto.

Eso se me figura a mi como una pena: como decir “se condena a un año de prisión “, se nos sanciona, sin respetar el debido proceso, a “lucir” durante todas las estaciones del año-ya me lo estoy imaginando- como personajes galácticos, nomás porque a una bola de entrevistados se les ocurrió.

Las temporadas primavera-verano y otoño-invierno no tardarán en llegar, así es que ya es momento de ajuaerarse para no desentonar con las tendencias.

Tal vez yo me esté precipitando y aún no hay nada en el mercado para ganarles el tirón a otros por si hay compras de pánico al iniciar el mes de enero, pero no está de más que les advierta por donde viene la pichada en estos menesteres para que luego no se anden lamentando si no les dieron gusto a los dictadores del vestir.

Lo que a mí no me queda claro, es en qué momento se da el anuncio oficial de lo que nos advirtió la muchacha en esa tienda.

Porque no olviden que se limitó a emitir su comentario, pagó y se fue.Lo único que anunció fue el color y dejó la víbora chillando. No dijo nada en cuestiones de diseño o si imperará lo retro o lo futurista.

Esto último no es poca cosa, si pensamos que lo que nos dio por usar en algunos años atrás como lo más actual, hoy se observaría muy ridículo, al menos que se ponga de moda y así andaremos fascinados por traer lo que está en boga.

Siguiendo al Alejandro Garduño, la moda, definida como aquello en boga durante algún tiempo en determinado espacio, con énfasis en el vestido, telas y accesorios, propone más que el simple acto de cubrir el cuerpo: Un estilo capaz de identificar tanto a una sola persona, como a una comunidad entera.

Ortega y Gasset, por su parte, considera que la moda es un fenómeno de integración y también un medio de expresión... Puesto que la moda, con respecto a la sociedad, funciona como un ámbito de integración y también como un medio de expresión.

Los dos tienen razón. Pero lo que no concibo no es su definición sino su exigencia, su afán de manipularnos para hacernos sentir importantes por el solo hecho de sumarnos a este reclutamiento téxtil, así se trate de las prendas más horribles.

Nuestro libre albedrío tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones : qué nos ponemos, qué nos quitamos, cuando, dónde y por qué.

Ignoro si la joven esa que aludí al principio, dará en el clavo y el 2022 será un año plateado.

Por si sí o por si no, por ahí tengo mi máscara del Santo y una amalgama retacada en una muela que me salvarán para no desentonar. También pienso comprar una pintura de spray de ese color por si la exigencia me vence y no tengo de otra más que entrar al aro.

Y no es que no lo quiera hacer, lo que busco es que sea una decisión propia y no una lavada de coco por parte de estos traquetos de la manipulación.

Y es que si una vez caes, después quieren imponerte todo y la moda, como la voz de un solo hombre, te lleva hacia donde así lo quiera, por más absurdo y despersonalizado que sea ese mundo del consumo.

No es la mayoría la que siempre lleva en hombros la razón ni tampoco él que les hace creer eso.

Alzar la mano de vez en cuando para expresar un No, es un buen paso para que se vuelva costumbre eso de no permitir que alguien, más tonto que uno pero disfrazado de un ser superior, nos quiera decir a quien amar y a quien odiar, a quien cargar en hombros y a quien patear con el insulto, que camiseta o que gorra portar a fin de sentirnos cómodos, dignos y a gusto.

Resulta que los diseñadores no inventan tendencias de moda, sino compran servicios a agencias especiales que se dedican a investigar, analizar y como resultado predecir las tendencias futuras.

Hasta donde sé, algunas de las agencias más famosas son WGSN, Carlin Group, The Future Laboratorio y Trend Union.

De esta manera podemos decir que las tendencias de moda populares no nacen en los talleres de diseño, sino que se deben a la calle, es decir, a nosotros.

Eso yo no lo sabía, lo tuve que averiguar, porque me pareció muy curioso que esa bella joven que vi en una tienda de reconocida cadena comercial, afirmara, sin duda alguna, que en el 2022, imperará el color plateado.

Ella traía un corte de cabello que la hacía verse más atractiva, quizá porque eso le dictaron los modistos de 2020, en plena pandemia, pero eso es lo de menos, pues después de una pregunta que no sé de dónde vino- si de la cajera que, aburrida, la atendía -o del clásico amigo de esta que siempre tiene a un lado, sin hacer nada, o de otro consumidor, o de mi o del más allá pero ella soltó la premisa que para enero en adelante, andaremos todos de ese color.

En un vestido, en la falda, en el pantalón, en el traje de sastre, en los zapatos, en los calzones, en una chamarra, en una guayabera, en una pañoleta, en la gorra, en los calcetines, vaya usted a saber, pero el color que tiranizó la moda es ese y ni para donde hacerse.

Así lo dijo la joven, antes de pagar lo correspondiente por esa botella de agua, un yogur y unas galletas de avena que agarró del mostrador porque estaban en oferta.

Le hicieron la pregunta o se puso a contar por iniciativa propia, para lucirse frente a nosotros, quién sabe, pero no le tembló la mano para sentenciar que durante doce meses el color plata es lo que debe de imperar y punto.

Eso se me figura a mi como una pena: como decir “se condena a un año de prisión “, se nos sanciona, sin respetar el debido proceso, a “lucir” durante todas las estaciones del año-ya me lo estoy imaginando- como personajes galácticos, nomás porque a una bola de entrevistados se les ocurrió.

Las temporadas primavera-verano y otoño-invierno no tardarán en llegar, así es que ya es momento de ajuaerarse para no desentonar con las tendencias.

Tal vez yo me esté precipitando y aún no hay nada en el mercado para ganarles el tirón a otros por si hay compras de pánico al iniciar el mes de enero, pero no está de más que les advierta por donde viene la pichada en estos menesteres para que luego no se anden lamentando si no les dieron gusto a los dictadores del vestir.

Lo que a mí no me queda claro, es en qué momento se da el anuncio oficial de lo que nos advirtió la muchacha en esa tienda.

Porque no olviden que se limitó a emitir su comentario, pagó y se fue.Lo único que anunció fue el color y dejó la víbora chillando. No dijo nada en cuestiones de diseño o si imperará lo retro o lo futurista.

Esto último no es poca cosa, si pensamos que lo que nos dio por usar en algunos años atrás como lo más actual, hoy se observaría muy ridículo, al menos que se ponga de moda y así andaremos fascinados por traer lo que está en boga.

Siguiendo al Alejandro Garduño, la moda, definida como aquello en boga durante algún tiempo en determinado espacio, con énfasis en el vestido, telas y accesorios, propone más que el simple acto de cubrir el cuerpo: Un estilo capaz de identificar tanto a una sola persona, como a una comunidad entera.

Ortega y Gasset, por su parte, considera que la moda es un fenómeno de integración y también un medio de expresión... Puesto que la moda, con respecto a la sociedad, funciona como un ámbito de integración y también como un medio de expresión.

Los dos tienen razón. Pero lo que no concibo no es su definición sino su exigencia, su afán de manipularnos para hacernos sentir importantes por el solo hecho de sumarnos a este reclutamiento téxtil, así se trate de las prendas más horribles.

Nuestro libre albedrío tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones : qué nos ponemos, qué nos quitamos, cuando, dónde y por qué.

Ignoro si la joven esa que aludí al principio, dará en el clavo y el 2022 será un año plateado.

Por si sí o por si no, por ahí tengo mi máscara del Santo y una amalgama retacada en una muela que me salvarán para no desentonar. También pienso comprar una pintura de spray de ese color por si la exigencia me vence y no tengo de otra más que entrar al aro.

Y no es que no lo quiera hacer, lo que busco es que sea una decisión propia y no una lavada de coco por parte de estos traquetos de la manipulación.

Y es que si una vez caes, después quieren imponerte todo y la moda, como la voz de un solo hombre, te lleva hacia donde así lo quiera, por más absurdo y despersonalizado que sea ese mundo del consumo.

No es la mayoría la que siempre lleva en hombros la razón ni tampoco él que les hace creer eso.

Alzar la mano de vez en cuando para expresar un No, es un buen paso para que se vuelva costumbre eso de no permitir que alguien, más tonto que uno pero disfrazado de un ser superior, nos quiera decir a quien amar y a quien odiar, a quien cargar en hombros y a quien patear con el insulto, que camiseta o que gorra portar a fin de sentirnos cómodos, dignos y a gusto.