/ miércoles 5 de mayo de 2021

La historia en documentos

Va para 52 años que se creó el Archivo Histórico Pablo L, Martínez. Vale la pena su celebración, sobre todo por su interesante pasado, ligado a los hechos más trascendentes de la vida de los forjadores de Baja California Sur.

En el año de 1823 se fundó el Archivo General de la Nación y en 1846, con la intervención de José María Lafragua se expidió el reglamento del mismo como una imperiosa necesidad dada la pérdida de documentos, destruidos o tirados a la basura.

Era el caso particular de nuestra entidad porque innumerables documentos generados en los diferentes periodos de nuestra historia desaparecieron, aunque muchos se encuentran en repositorios nacionales y extranjeros como la Bancroft en Estados Unidos, el Archivo de Indias de Sevilla, el Archivo General de la Nación y el Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la ciudad de México.

A pesar de los movimientos políticos y las intervenciones extranjeras, en nuestra entidad siempre hubo preocupación por salvaguardar la historia de nuestro pasado. Por ejemplo, en 1857, Ulises Urbano Lassépas hizo un llamado al gobierno local a fin de conservar los documentos, ya que los encargados de ellos los tenían en completo desorden. Y estaba el caso del filibustero William Walker cuando en 1853 se apoderó por sorpresa de La Paz y utilizó los legajos para preparar sus cartuchos.

Y de milagro se salvaron los demás, pues cuando Walker huyó rumbo a Ensenada se llevó todas las cajas con documentos. Pero como también llevó como prisionero al jefe político, éste logró liberarse y volver en el mismo barco a La Paz trayendo la documentación completa.

Las preocupaciones de Lassépas originó que en 1886, el presidente municipal Antonio Canalizo, emitiera un acuerdo para que los funcionarios del ayuntamiento organizaran debidamente los documentos generados ensus dependencias, incluso dio instrucciones para su correcto resguardo. Lo insólito de esas disposiciones es que varias de ellas se siguen respetando en la administración e documentos de los tiempos presentes.

Los gobiernos sucesivos resguardaron la documentación en la manera de lo posible, sin que los vaivenes revolucionarios los afectaran. Fue así como el gobernador Amado Aguirre (1927.1928) al enterarse que existían documentos valiosos de los periodos anteriores, ordenó la recopilación de ellos en un folleto que llevó el título de “Contribución para la historia de la Baja California”

El libro contiene 88 documentos, aunque es obligado decir que varios de ellos no se encuentran en el actual Archivo Histórico de la ciudad de La Paz. Es por eso de la importancia de la transcripción de esos documentos que en buena hora el gobernante los conservó para la posteridad.

El 9 de mayo de 1969,durante el gobierno de Hugo Cervantes del Río, se creó oficialmente el Archivo Histórico, gracias al apoyo del doctor Miguel León Portilla y de los funcionarios Armando Trasviña Taylor y Eligio Moisés Coronado.

Sin local propio, el archivo cambió varias veces de domicilio. El 26 de enero de 1987 se inauguró la Unidad Cultural Profr. Jesús Castro Agúndez y en la planta alta del edificio fue instalado el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez. Y fue el 5 de noviembre del 2013 cuando pasó a ocupar su propio local, un moderno y funcional edificio, uno de los mejores de nuestro país.

El acervo que contiene ofrece la oportunidad de investigar en los documentos en papel, pero también por medios digitales. Tiene una biblioteca de temas regionales y secciones de fotografías, planos y mapas, así como una hemeroteca. Su programa editorial ha hecho posible la edición de libros de historia y de cultura general. En ellos están los nombres de destacados historiadores como Eligio Moisés Coronado, Gilberto Ibarra Rivera, Edith González Cruz, Adelina Alameda Álvarez y Luis Alberto Trasviña Moreno. Además, otros investigadores y cronistas como Rosa María Mendoza, Elizabeth Acosta Mendía, Boby García y Jesús Chávez Jiménez.

En estos dos últimos años, el AHPLM continúa con sus actividades aunque un tanto limitadas por la pandemia. La edición de libros, los horarios de consulta, los conservatorios en honor de reconocidos historiadores y la divulgación de documentos y fotografías antiguas que resguarda, son muestras de la importancia que reviste este institución como salvaguarda de la memoria del pueblo sudcaliforniano.

Va para 52 años que se creó el Archivo Histórico Pablo L, Martínez. Vale la pena su celebración, sobre todo por su interesante pasado, ligado a los hechos más trascendentes de la vida de los forjadores de Baja California Sur.

En el año de 1823 se fundó el Archivo General de la Nación y en 1846, con la intervención de José María Lafragua se expidió el reglamento del mismo como una imperiosa necesidad dada la pérdida de documentos, destruidos o tirados a la basura.

Era el caso particular de nuestra entidad porque innumerables documentos generados en los diferentes periodos de nuestra historia desaparecieron, aunque muchos se encuentran en repositorios nacionales y extranjeros como la Bancroft en Estados Unidos, el Archivo de Indias de Sevilla, el Archivo General de la Nación y el Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la ciudad de México.

A pesar de los movimientos políticos y las intervenciones extranjeras, en nuestra entidad siempre hubo preocupación por salvaguardar la historia de nuestro pasado. Por ejemplo, en 1857, Ulises Urbano Lassépas hizo un llamado al gobierno local a fin de conservar los documentos, ya que los encargados de ellos los tenían en completo desorden. Y estaba el caso del filibustero William Walker cuando en 1853 se apoderó por sorpresa de La Paz y utilizó los legajos para preparar sus cartuchos.

Y de milagro se salvaron los demás, pues cuando Walker huyó rumbo a Ensenada se llevó todas las cajas con documentos. Pero como también llevó como prisionero al jefe político, éste logró liberarse y volver en el mismo barco a La Paz trayendo la documentación completa.

Las preocupaciones de Lassépas originó que en 1886, el presidente municipal Antonio Canalizo, emitiera un acuerdo para que los funcionarios del ayuntamiento organizaran debidamente los documentos generados ensus dependencias, incluso dio instrucciones para su correcto resguardo. Lo insólito de esas disposiciones es que varias de ellas se siguen respetando en la administración e documentos de los tiempos presentes.

Los gobiernos sucesivos resguardaron la documentación en la manera de lo posible, sin que los vaivenes revolucionarios los afectaran. Fue así como el gobernador Amado Aguirre (1927.1928) al enterarse que existían documentos valiosos de los periodos anteriores, ordenó la recopilación de ellos en un folleto que llevó el título de “Contribución para la historia de la Baja California”

El libro contiene 88 documentos, aunque es obligado decir que varios de ellos no se encuentran en el actual Archivo Histórico de la ciudad de La Paz. Es por eso de la importancia de la transcripción de esos documentos que en buena hora el gobernante los conservó para la posteridad.

El 9 de mayo de 1969,durante el gobierno de Hugo Cervantes del Río, se creó oficialmente el Archivo Histórico, gracias al apoyo del doctor Miguel León Portilla y de los funcionarios Armando Trasviña Taylor y Eligio Moisés Coronado.

Sin local propio, el archivo cambió varias veces de domicilio. El 26 de enero de 1987 se inauguró la Unidad Cultural Profr. Jesús Castro Agúndez y en la planta alta del edificio fue instalado el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez. Y fue el 5 de noviembre del 2013 cuando pasó a ocupar su propio local, un moderno y funcional edificio, uno de los mejores de nuestro país.

El acervo que contiene ofrece la oportunidad de investigar en los documentos en papel, pero también por medios digitales. Tiene una biblioteca de temas regionales y secciones de fotografías, planos y mapas, así como una hemeroteca. Su programa editorial ha hecho posible la edición de libros de historia y de cultura general. En ellos están los nombres de destacados historiadores como Eligio Moisés Coronado, Gilberto Ibarra Rivera, Edith González Cruz, Adelina Alameda Álvarez y Luis Alberto Trasviña Moreno. Además, otros investigadores y cronistas como Rosa María Mendoza, Elizabeth Acosta Mendía, Boby García y Jesús Chávez Jiménez.

En estos dos últimos años, el AHPLM continúa con sus actividades aunque un tanto limitadas por la pandemia. La edición de libros, los horarios de consulta, los conservatorios en honor de reconocidos historiadores y la divulgación de documentos y fotografías antiguas que resguarda, son muestras de la importancia que reviste este institución como salvaguarda de la memoria del pueblo sudcaliforniano.

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