/ domingo 21 de febrero de 2021

Isabel II en California Sur

En su segunda visita a México (la primera fue durante la última semana de febrero de 1975 en Cozumel y la ciudad de México, atendida en esa capital por el presidente Echeverría), la reina de Inglaterra y el príncipe Felipe estuvieron en Baja California Sur del martes 22 al jueves 24 de febrero de 1983, como parte de un amplio recorrido por ciudades latinoamericanas.

Antes de su llegada al puerto de La Paz en el yate real Britannia, los visitantes habían estado en Acapulco acompañados por el presidente De la Madrid.

Enseguida se dirigieron a Lázaro Cárdenas (Michoacán), donde la monarca fue recibida con sus acompañantes por el gobernador Cuauhtémoc Cárdenas y conducida en autobús para hacer un recorrido por las instalaciones de Altos Hornos de México; en el trayecto recibió el saludo de un millar de personas; a las 5 de la tarde, la soberana tomó el té en su embarcación con el director de la empresa, el ejecutivo estatal, el secretario de Relaciones Exteriores y el presidente de ese municipio; acto seguido prosiguió el viaje.

En Puerto Vallarta (Jalisco), permanecieron los días 20 y 21, y fueron atendidos por el gobernador Flavio Romero de Velasco así como sus comitivas y familiares. El presidente municipal Jorge Leobardo Lepe olvidó el protocolo e instó a doña Isabel a ponerse de pie para entregarle las llaves de la ciudad, lo cual ella hizo con sencillez y todo el tropiezo quedó en anécdota; correspondió dar la bienvenida a la vicepresidente municipal, Isabel Pérez Famoso, a cuyo término su homónima inglesa le expresó: “es un honor estar donde la mujer tiene derechos y cargos dentro de los gobiernos…”, según el periódico vallartense Tribuna de la bahía, a lo cual agregó que “la reina Isabel salió al palco para saludar a los vallartenses congregados en la Plaza de Armas. Después acudió a una kermés organizada en su honor por el ayuntamiento en la misma plaza frente al malecón, donde tomó cerveza.”

En California del sur fueron sus anfitriones el gobernador Alberto Alvarado Arámburo, su esposa María Teresa Soto y el republicano pueblo de Sudcalifornia, que de manera muy democrática tuvo oportunidad de ver y saludar multitudinariamente, al menos una vez, a representantes tan prominentes de la realeza británica.

Los distinguidos huéspedes arribaron al muelle fiscal de la capital calisureña a las 10:30 horas del día 22, y en una lancha se trasladaron al muelle de turismo donde los esperaban el gobernador, su esposa y la comitiva oficial; luego de las salutaciones protocolarias, la reina develó una placa conmemorativa de este acontecimiento y todos subieron a los autobuses que los conducirían a catedral; antes de entrar al templo recibieron la bienvenida de la población ahí congregada.

Curioso caso de la gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra (Anglicana, desde 1534 por el cisma que provocó su antecesor Enrique VIII), recorriendo un templo católico; ello confirmó nuevamente que todo es posible en La Paz.

De ahí a la residencia de El Caimancito (cuando era orgullo de los paceños), donde este cronista efectuó la descripción de algunas maquetas con muestras de la arquitectura misional de California sudpeninsular. Ahora cabe preguntarse a dónde irían a parar esas obras que tanto impresionaban a las visitas de la Casa de Gobierno que dirigía con gran celo el cronista don Alejandro D. Martínez. Desde 1999 se ignora dónde están ésos y muchos otros objetos valiosos del patrimonio de los sudcalifornianos que se custodiaban con respeto hasta entonces en los espacios oficiales.

Del corredor de la Casa de Trabajo se pasó a una comida privada. Para quienes gustan de estos detalles, diremos que el menú consistió en crema San Germán (chícharos, papas y mantequilla), filete Guaycura (de pescado), dulce regional (guayabate y queso, obviamente), café y vino blanco Calafia. Ahí el gobernador entregó a doña Elizabeth una reproducción del escudo real elaborado en concha por el prestigioso artesano esteriteño Vicente Moreno, “Cachente”, que la huésped agradeció y acordó instalar en sitio especial de su embarcación, que los dignatarios abordaron enseguida para dirigirse a la bahía Ojo de Liebre, a donde llegaron el día siguiente; avistaron las ballenas grises y se despidieron.

A grandes rasgos fue ésta la secuencia de una visita inusual que se halla inscrita para siempre en la memoria de esta California Sur.

En su segunda visita a México (la primera fue durante la última semana de febrero de 1975 en Cozumel y la ciudad de México, atendida en esa capital por el presidente Echeverría), la reina de Inglaterra y el príncipe Felipe estuvieron en Baja California Sur del martes 22 al jueves 24 de febrero de 1983, como parte de un amplio recorrido por ciudades latinoamericanas.

Antes de su llegada al puerto de La Paz en el yate real Britannia, los visitantes habían estado en Acapulco acompañados por el presidente De la Madrid.

Enseguida se dirigieron a Lázaro Cárdenas (Michoacán), donde la monarca fue recibida con sus acompañantes por el gobernador Cuauhtémoc Cárdenas y conducida en autobús para hacer un recorrido por las instalaciones de Altos Hornos de México; en el trayecto recibió el saludo de un millar de personas; a las 5 de la tarde, la soberana tomó el té en su embarcación con el director de la empresa, el ejecutivo estatal, el secretario de Relaciones Exteriores y el presidente de ese municipio; acto seguido prosiguió el viaje.

En Puerto Vallarta (Jalisco), permanecieron los días 20 y 21, y fueron atendidos por el gobernador Flavio Romero de Velasco así como sus comitivas y familiares. El presidente municipal Jorge Leobardo Lepe olvidó el protocolo e instó a doña Isabel a ponerse de pie para entregarle las llaves de la ciudad, lo cual ella hizo con sencillez y todo el tropiezo quedó en anécdota; correspondió dar la bienvenida a la vicepresidente municipal, Isabel Pérez Famoso, a cuyo término su homónima inglesa le expresó: “es un honor estar donde la mujer tiene derechos y cargos dentro de los gobiernos…”, según el periódico vallartense Tribuna de la bahía, a lo cual agregó que “la reina Isabel salió al palco para saludar a los vallartenses congregados en la Plaza de Armas. Después acudió a una kermés organizada en su honor por el ayuntamiento en la misma plaza frente al malecón, donde tomó cerveza.”

En California del sur fueron sus anfitriones el gobernador Alberto Alvarado Arámburo, su esposa María Teresa Soto y el republicano pueblo de Sudcalifornia, que de manera muy democrática tuvo oportunidad de ver y saludar multitudinariamente, al menos una vez, a representantes tan prominentes de la realeza británica.

Los distinguidos huéspedes arribaron al muelle fiscal de la capital calisureña a las 10:30 horas del día 22, y en una lancha se trasladaron al muelle de turismo donde los esperaban el gobernador, su esposa y la comitiva oficial; luego de las salutaciones protocolarias, la reina develó una placa conmemorativa de este acontecimiento y todos subieron a los autobuses que los conducirían a catedral; antes de entrar al templo recibieron la bienvenida de la población ahí congregada.

Curioso caso de la gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra (Anglicana, desde 1534 por el cisma que provocó su antecesor Enrique VIII), recorriendo un templo católico; ello confirmó nuevamente que todo es posible en La Paz.

De ahí a la residencia de El Caimancito (cuando era orgullo de los paceños), donde este cronista efectuó la descripción de algunas maquetas con muestras de la arquitectura misional de California sudpeninsular. Ahora cabe preguntarse a dónde irían a parar esas obras que tanto impresionaban a las visitas de la Casa de Gobierno que dirigía con gran celo el cronista don Alejandro D. Martínez. Desde 1999 se ignora dónde están ésos y muchos otros objetos valiosos del patrimonio de los sudcalifornianos que se custodiaban con respeto hasta entonces en los espacios oficiales.

Del corredor de la Casa de Trabajo se pasó a una comida privada. Para quienes gustan de estos detalles, diremos que el menú consistió en crema San Germán (chícharos, papas y mantequilla), filete Guaycura (de pescado), dulce regional (guayabate y queso, obviamente), café y vino blanco Calafia. Ahí el gobernador entregó a doña Elizabeth una reproducción del escudo real elaborado en concha por el prestigioso artesano esteriteño Vicente Moreno, “Cachente”, que la huésped agradeció y acordó instalar en sitio especial de su embarcación, que los dignatarios abordaron enseguida para dirigirse a la bahía Ojo de Liebre, a donde llegaron el día siguiente; avistaron las ballenas grises y se despidieron.

A grandes rasgos fue ésta la secuencia de una visita inusual que se halla inscrita para siempre en la memoria de esta California Sur.