/ domingo 24 de octubre de 2021

Inicios del siglo XX en California del sur

El siglo XX se inició en Baja California Sur (BCS) cuando el distrito era gobernado por Agustín Sanginés. Por fin habían sido distribuidas las tierras de las antiguas misiones y ello trajo a los habitantes de la entidad un incipiente bienestar; la ganadería también pasó por una etapa de relativo desarrollo, limitado por las concesiones de colonización otorgadas a finales del siglo XIX por el presidente Juárez.

El porfiriato propició el desarrollo de la comunicación por los barcos de cabotaje, cuyos servicios unían a BCS con Sonora y Sinaloa, principalmente, y tuvo incremento excepcional la educación.

Sin embargo fue de lamentarse la desatención oficial a la clase trabajadora, que siguió viviendo en condiciones deplorables; un ejemplo sobresaliente es la empresa minera francesa El Boleo, que en Santa Rosalía y su comarca fue factor de injusticia laboral, aunque también promotora de la fundación de la actual cabecera municipal de Mulegé con su arquitectura característica.

Existe en la memoria histórica de BCS el registro de la clara afiliación del pueblo sudcaliforniano al proyecto revolucionario, expresada en la formación de agrupaciones adscritas al maderismo y en algunos hechos de agitación a favor de la causa, triunfante con la renuncia del presidente Díaz.

En respuesta al asesinato del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez en febrero de 1913, el gobernador de Coahuila y los jefes revolucionarios lanzaron el “Plan de Guadalupe” para restablecer el orden constitucional.

Dos meses después se formó la Junta Revolucionaria Democrática de la Baja California para manifestar la indignación del pueblo sudcaliforniano y enfrentar debida resistencia al gobierno usurpador.

Para dirigir esa organización resultó electo como presidente Félix Ortega Aguilar. De acuerdo al acta que fue levantada con ese motivo, el 20 de junio del mismo 1913 fue proclamado el “Plan de Las Playitas”, adherido al constitucionalismo que dirigía Venustiano Carranza, en base al cual dio formalmente inicio el movimiento armado de los sudcalifornianos contra la usurpación y sufrir la persecución de los gobernantes huertistas en ese poco tiempo.

Restablecido el estado de derecho, las fuerzas revolucionarias se reunieron en la Convención de Aguascalientes, donde el presidente Eulalio Gutiérrez designó a Félix Ortega gobernador de su tierra, quien se dedicó a reorganizar la administración pública y a promover la vida económica; sin embargo, poco después sus adversarios lo forzaron a dejar el gobierno.

La nueva realidad política ofreció a la sociedad sudcaliforniana cambios importantes para su prosperidad en varios sentidos, principalmente en educación, caminos, electrificación y desarrollo de la vida municipal.

En 1920, el presidente Adolfo de la Huerta le concedió oportunidad de elegir en un plebiscito a su gobernante, y dio su confianza al calisureño Agustín Arriola Martínez, cuya actuación administrativa y política fue de rectitud y eficiencia.

En 1929 fue designado el todosanteño Agustín Olachea Avilés como gobernador de su entidad, cuya actuación estuvo signada por el apoyo que otorgó a campesinos y obreros.

También tuvo el privilegio de gobernar a su tierra natal Juan Domínguez Cota, quien logró rescatar lo que quedaba aún en posesión de las compañías “colonizadoras”. Con ello el jefe político pudo iniciar en 1933 un significativo proceso de poblamiento y apertura de tierras a la producción, como la colonia Santo Domingo, en el valle de este nombre, las de Matancitas, colonia Calles y La Ribera.

De 1934 a 1940 ocurrió la desaparición de la concha madre perla, que tanto había prestigiado a la entidad desde el siglo XVI, alentado el desarrollo y proveído a capitales particulares. Personaje decisivo en esta actividad fue Gastón J. Vives, quien asimismo se desempeñó como presidente municipal de La Paz durante veinte años, hasta que los sucesos de la revolución acabaron con su industria y sus ocupaciones en la administración pública.

A principios de los años cuarenta llegó a gobernar Sudcalifornia el constituyente Francisco J. Múgica Velázquez, en cuya administración dejó testimonio de sus preocupaciones revolucionarias en todos los campos de la vida de la entidad, que aún perduran. En ese tiempo se produjo la inmigración de la Unión Nacional Sinarquista encabezada por Salvador Abascal Infante, que abrió en la colonia María Auxiliadora un notable proyecto agrícola, socio-político y religioso.

Poco después, Múgica se alió a los anhelos regionalistas encabezados por el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS), y presentó su renuncia al presidente Manuel Ávila Camacho para dar lugar a la designación de un gobernante nativo de la entidad.

El presidente nombró al sudcaliforniano Agustín Olachea, quien en esta segunda oportunidad de dirigir la vida del territorio abrió a la agricultura Las Garzas y los Bledales, en el valle de La Paz, Los Planes y el valle de Santo Domingo.

El decenio de los 1950 en BCS inició con el desmantelamiento de la compañía francesa El Boleo, golpe funesto a la economía de todo el territorio y casi mortal a la existencia de su región.

El siglo XX se inició en Baja California Sur (BCS) cuando el distrito era gobernado por Agustín Sanginés. Por fin habían sido distribuidas las tierras de las antiguas misiones y ello trajo a los habitantes de la entidad un incipiente bienestar; la ganadería también pasó por una etapa de relativo desarrollo, limitado por las concesiones de colonización otorgadas a finales del siglo XIX por el presidente Juárez.

El porfiriato propició el desarrollo de la comunicación por los barcos de cabotaje, cuyos servicios unían a BCS con Sonora y Sinaloa, principalmente, y tuvo incremento excepcional la educación.

Sin embargo fue de lamentarse la desatención oficial a la clase trabajadora, que siguió viviendo en condiciones deplorables; un ejemplo sobresaliente es la empresa minera francesa El Boleo, que en Santa Rosalía y su comarca fue factor de injusticia laboral, aunque también promotora de la fundación de la actual cabecera municipal de Mulegé con su arquitectura característica.

Existe en la memoria histórica de BCS el registro de la clara afiliación del pueblo sudcaliforniano al proyecto revolucionario, expresada en la formación de agrupaciones adscritas al maderismo y en algunos hechos de agitación a favor de la causa, triunfante con la renuncia del presidente Díaz.

En respuesta al asesinato del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez en febrero de 1913, el gobernador de Coahuila y los jefes revolucionarios lanzaron el “Plan de Guadalupe” para restablecer el orden constitucional.

Dos meses después se formó la Junta Revolucionaria Democrática de la Baja California para manifestar la indignación del pueblo sudcaliforniano y enfrentar debida resistencia al gobierno usurpador.

Para dirigir esa organización resultó electo como presidente Félix Ortega Aguilar. De acuerdo al acta que fue levantada con ese motivo, el 20 de junio del mismo 1913 fue proclamado el “Plan de Las Playitas”, adherido al constitucionalismo que dirigía Venustiano Carranza, en base al cual dio formalmente inicio el movimiento armado de los sudcalifornianos contra la usurpación y sufrir la persecución de los gobernantes huertistas en ese poco tiempo.

Restablecido el estado de derecho, las fuerzas revolucionarias se reunieron en la Convención de Aguascalientes, donde el presidente Eulalio Gutiérrez designó a Félix Ortega gobernador de su tierra, quien se dedicó a reorganizar la administración pública y a promover la vida económica; sin embargo, poco después sus adversarios lo forzaron a dejar el gobierno.

La nueva realidad política ofreció a la sociedad sudcaliforniana cambios importantes para su prosperidad en varios sentidos, principalmente en educación, caminos, electrificación y desarrollo de la vida municipal.

En 1920, el presidente Adolfo de la Huerta le concedió oportunidad de elegir en un plebiscito a su gobernante, y dio su confianza al calisureño Agustín Arriola Martínez, cuya actuación administrativa y política fue de rectitud y eficiencia.

En 1929 fue designado el todosanteño Agustín Olachea Avilés como gobernador de su entidad, cuya actuación estuvo signada por el apoyo que otorgó a campesinos y obreros.

También tuvo el privilegio de gobernar a su tierra natal Juan Domínguez Cota, quien logró rescatar lo que quedaba aún en posesión de las compañías “colonizadoras”. Con ello el jefe político pudo iniciar en 1933 un significativo proceso de poblamiento y apertura de tierras a la producción, como la colonia Santo Domingo, en el valle de este nombre, las de Matancitas, colonia Calles y La Ribera.

De 1934 a 1940 ocurrió la desaparición de la concha madre perla, que tanto había prestigiado a la entidad desde el siglo XVI, alentado el desarrollo y proveído a capitales particulares. Personaje decisivo en esta actividad fue Gastón J. Vives, quien asimismo se desempeñó como presidente municipal de La Paz durante veinte años, hasta que los sucesos de la revolución acabaron con su industria y sus ocupaciones en la administración pública.

A principios de los años cuarenta llegó a gobernar Sudcalifornia el constituyente Francisco J. Múgica Velázquez, en cuya administración dejó testimonio de sus preocupaciones revolucionarias en todos los campos de la vida de la entidad, que aún perduran. En ese tiempo se produjo la inmigración de la Unión Nacional Sinarquista encabezada por Salvador Abascal Infante, que abrió en la colonia María Auxiliadora un notable proyecto agrícola, socio-político y religioso.

Poco después, Múgica se alió a los anhelos regionalistas encabezados por el Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS), y presentó su renuncia al presidente Manuel Ávila Camacho para dar lugar a la designación de un gobernante nativo de la entidad.

El presidente nombró al sudcaliforniano Agustín Olachea, quien en esta segunda oportunidad de dirigir la vida del territorio abrió a la agricultura Las Garzas y los Bledales, en el valle de La Paz, Los Planes y el valle de Santo Domingo.

El decenio de los 1950 en BCS inició con el desmantelamiento de la compañía francesa El Boleo, golpe funesto a la economía de todo el territorio y casi mortal a la existencia de su región.