/ domingo 13 de junio de 2021

Generación '61

En este mismo mes y año, hace ya sesenta, egresó de la Escuela Normal Urbana de La Paz, Baja California Sur, su nueva generación de profesores de educación Preescolar (28) y de Primaria (55), a los diecisiete años de haber sido fundada por el gobernador Francisco J. Múgica, también delegado de la secretaría de Educación Pública.

Esa inauguración era síntesis de una serie de realizaciones en materia de instituciones formadoras de docentes en BCS, que empezó el 22 de junio de 1873 cuando quedó fundada en La Paz la Escuela Profesional Dominical Lancasteriana para Señoritas, cincuenta años después de haber sido creadas las primeras escuelas lancasterianas en la capital de la República.

A este primer intento siguieron la Escuela Normal Nocturna (1913), la Escuela Normal Regional Mixta (1917), el Curso Normal Mixto Regional (1918), la Escuela Normal de Profesores (1922), la Escuela Normal Rural de La Paz (1931), la Escuela Normal Rural de Todos Santos (1931), en los muros de cuyo edificio (hoy Centro Cultural Néstor Agúndez Martínez) los alumnos y maestros dejaron testimonio, en pinturas que aún se conservan, de la notable influencia que produjo en ellos la educación socialista.

Y la Escuela Normal Regional Campesina de San Ignacio (1936), antecedente inmediato de la institución que ahora nos ocupa.

El egreso motivo de la presente nota pudiere tener importancia sólo para quienes formaron aquel conjunto de noveles (con dos excepciones) enseñantes, la mayoría con livianos dieciocho años de edad encima.

Sin embargo, quizá valga resaltar los hechos históricos de que fue la primera promoción que trabajó dentro del Plan de Once Años establecido en el sexenio del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), dentro del cual se creó la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos y fueron precisados los objetivos de la educación normal; entre ellos: “fortalecer el aprecio por la profesión magisterial; alcanzar el dominio de los métodos y de las técnicas del trabajo docente; fomentar la lealtad hacia los valores históricos, sociales y culturales del pueblo mexicano; y promover el desarrollo del espíritu democrático…”

El segundo hecho es que esa hornada salió de las aulas normalistas ya con oferta de empleo en una plaza federal, lo cual contuvo la emigración --que fue numerosa--, hacia el vecino estado norteño de Baja California, emprendida con grande entusiasmo a la convocatoria del sudcaliforniano Braulio Maldonado, su primer gobernador (1953-1959), para ocupar la cátedra en el nuevo sistema educativo estatal.

La generación de 1961 estaba integrada, en general, por paceños y de diversas poblaciones de los territorios californianos del sur y el norte, dos educadoras en servicio y dos muchachos que habían huido de normales rurales conflictivas.

En el acto de graduación, y como presidente de ambos grupos de egresados, tuve oportunidad de expresar la convicción de que, por la formación adquirida en esa institución prestigiosa, habríamos de desempeñarnos bien en la nueva responsabilidad de nuestra vida, y que por ello iríamos a donde se requiriesen nuestros servicios:

“Somos conscientes del deber que nos impone nuestro cometido en la ranchería, la aldea, el ejido, etc., dondequiera que nuestra presencia y actividad se hagan necesarias…”

Fueron padrinos de la promoción el gobernador Bonifacio Salinas Leal y su esposa Altagracia Cantú (quienes contribuyeron a la fiesta con la actuación del mariachi Uruapan, adscrito a la zona militar que también comandaba el propio general Salinas, quien fue el último en ostentar ambas jefaturas en esta entidad), y María Elena Chanes, directora de Educación Preescolar en la República. Aportó su concurso en el baile de los graduados la orquesta de don Luis González.

En septiembre de ese mismo 1961 fuimos asignados a varias entidades del país.

Como afirmo en el libro donde publiqué (más de medio siglo después) la tesis La educación del carácter con que obtuve el título en ese primer oficio, los ciclos iniciales de trabajo (1961-1964) me enriquecieron de experiencias en el contacto con la gente del campo, sus premuras, logros, sueños, costumbres, habla e ingenio.

Al término del examen recepcional recibí invitación de don Domingo Carballo --maestro de generaciones normalistas desde 1944 hasta su fallecimiento en 1972--, para incorporarme al personal de mi Alma mater. Comenzó entonces otra etapa que es historia aparte.

Sesenta años después, de la generación 1961 aún pervive la mitad de sus integrantes. Celebramus nos sic fiat: Celebramos que así sea…

En este mismo mes y año, hace ya sesenta, egresó de la Escuela Normal Urbana de La Paz, Baja California Sur, su nueva generación de profesores de educación Preescolar (28) y de Primaria (55), a los diecisiete años de haber sido fundada por el gobernador Francisco J. Múgica, también delegado de la secretaría de Educación Pública.

Esa inauguración era síntesis de una serie de realizaciones en materia de instituciones formadoras de docentes en BCS, que empezó el 22 de junio de 1873 cuando quedó fundada en La Paz la Escuela Profesional Dominical Lancasteriana para Señoritas, cincuenta años después de haber sido creadas las primeras escuelas lancasterianas en la capital de la República.

A este primer intento siguieron la Escuela Normal Nocturna (1913), la Escuela Normal Regional Mixta (1917), el Curso Normal Mixto Regional (1918), la Escuela Normal de Profesores (1922), la Escuela Normal Rural de La Paz (1931), la Escuela Normal Rural de Todos Santos (1931), en los muros de cuyo edificio (hoy Centro Cultural Néstor Agúndez Martínez) los alumnos y maestros dejaron testimonio, en pinturas que aún se conservan, de la notable influencia que produjo en ellos la educación socialista.

Y la Escuela Normal Regional Campesina de San Ignacio (1936), antecedente inmediato de la institución que ahora nos ocupa.

El egreso motivo de la presente nota pudiere tener importancia sólo para quienes formaron aquel conjunto de noveles (con dos excepciones) enseñantes, la mayoría con livianos dieciocho años de edad encima.

Sin embargo, quizá valga resaltar los hechos históricos de que fue la primera promoción que trabajó dentro del Plan de Once Años establecido en el sexenio del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964), dentro del cual se creó la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos y fueron precisados los objetivos de la educación normal; entre ellos: “fortalecer el aprecio por la profesión magisterial; alcanzar el dominio de los métodos y de las técnicas del trabajo docente; fomentar la lealtad hacia los valores históricos, sociales y culturales del pueblo mexicano; y promover el desarrollo del espíritu democrático…”

El segundo hecho es que esa hornada salió de las aulas normalistas ya con oferta de empleo en una plaza federal, lo cual contuvo la emigración --que fue numerosa--, hacia el vecino estado norteño de Baja California, emprendida con grande entusiasmo a la convocatoria del sudcaliforniano Braulio Maldonado, su primer gobernador (1953-1959), para ocupar la cátedra en el nuevo sistema educativo estatal.

La generación de 1961 estaba integrada, en general, por paceños y de diversas poblaciones de los territorios californianos del sur y el norte, dos educadoras en servicio y dos muchachos que habían huido de normales rurales conflictivas.

En el acto de graduación, y como presidente de ambos grupos de egresados, tuve oportunidad de expresar la convicción de que, por la formación adquirida en esa institución prestigiosa, habríamos de desempeñarnos bien en la nueva responsabilidad de nuestra vida, y que por ello iríamos a donde se requiriesen nuestros servicios:

“Somos conscientes del deber que nos impone nuestro cometido en la ranchería, la aldea, el ejido, etc., dondequiera que nuestra presencia y actividad se hagan necesarias…”

Fueron padrinos de la promoción el gobernador Bonifacio Salinas Leal y su esposa Altagracia Cantú (quienes contribuyeron a la fiesta con la actuación del mariachi Uruapan, adscrito a la zona militar que también comandaba el propio general Salinas, quien fue el último en ostentar ambas jefaturas en esta entidad), y María Elena Chanes, directora de Educación Preescolar en la República. Aportó su concurso en el baile de los graduados la orquesta de don Luis González.

En septiembre de ese mismo 1961 fuimos asignados a varias entidades del país.

Como afirmo en el libro donde publiqué (más de medio siglo después) la tesis La educación del carácter con que obtuve el título en ese primer oficio, los ciclos iniciales de trabajo (1961-1964) me enriquecieron de experiencias en el contacto con la gente del campo, sus premuras, logros, sueños, costumbres, habla e ingenio.

Al término del examen recepcional recibí invitación de don Domingo Carballo --maestro de generaciones normalistas desde 1944 hasta su fallecimiento en 1972--, para incorporarme al personal de mi Alma mater. Comenzó entonces otra etapa que es historia aparte.

Sesenta años después, de la generación 1961 aún pervive la mitad de sus integrantes. Celebramus nos sic fiat: Celebramos que así sea…