/ jueves 9 de noviembre de 2023

Fuera de Agenda | El crash gubernamental

La respuesta ante el huracán Otis en Acapulco puso en evidencia que las fuerzas armadas atraviesan un desgaste de recursos y personal ante emergencias naturales. Al tener tantas misiones en este sexenio han quedado desdibujadas en lo importante. Eso que durante muchos años los distinguió y granjeó el aprecio de la sociedad por la capacidad de respuesta en auxilio a la población civil en casos de desastre. Más allá de los saqueos a tiendas departamentales y robo de combustible en gasolineras, donde en algún caso fueron captados como partícipes elementos de la Guardia Nacional, que existan dos semanas después personas sepultadas bajo el lodo, colonias enteras inundadas de escombros sin servicios básicos, y una alerta por emergencia sanitaria, refleja la falta de eficiencia ante el caos para poner orden.

Este escenario estaba previsto desde el año 2020 cuando un grupo de investigadores del Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos en Seguridad y Defensa Nacionales (IMEESDN), de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, elaboró un estudio denominado “Consecuencias y posibles escenarios ante el incremento de actividades encomendadas a las fuerzas armadas”.

Para los analistas la presencia de militares en labores que en principio corresponden a otras secretarías de Estado, es un indicador de la falta de capacidad de las mismas y refleja un debilitamiento del sistema político en México que origina “el surgimiento de un sistema “de respaldo” ante un “crash” gubernamental”.

El análisis aporta elementos sobre las bases legales de la participación de las fuerzas armadas para apoyar a otras instituciones del Estado, algo que radica en las cinco misiones señaladas en la Ley Orgánica, donde las dos primeras se refieren a la defensa del país, la tercera a la seguridad interior y las dos dos últimas en apoyo a otras dependencias y su actuación en casos de desastre.

Las fuerzas armadas carecen de recursos suficientes para actuar en todos los frentes que el actual gobierno les ha encomendado. Se planea y ejecuta la rotación de tropas en distintas misiones para responder a la emergencia migratoria, el combate al “huachicol”, reducción de violencia en distintas zonas del país, producción de viveros, intercepción de narcóticos, construcción de obras insignes del gobierno, creación de la Guardia Nacional, atención en casos de desastre, para lo cual la secretaría de la Defensa Nacional carece de efectivos suficientes para sostener de forma simultánea todas las misiones lo que implica reducir algunas tareas permanentes como la erradicación de plantíos ilícitos. “Esta situación ocasiona fatiga en los recursos humanos y materiales, que demandan descanso y mantenimiento respectivamente. Además, el cambio constante de misiones requiere de un adiestramiento diferente para cada una de ellas”.

Advertían que en un “escenario tendencial”, es decir entre más tareas acumulen, alcanzarían un “punto de inflexión” en sus recursos humanos y materiales, que ocasionará una reducción en la efectividad en sus misiones. Se presentará una crisis de seguridad pública en las ciudades donde despuntará el crimen común (extorsión, secuestro, robo)”. Algo que asomó en Acapulco.

En alusión la tesis del ensayista Nassim Taleb, citan un escenario de “cisne negro”, donde “se puede presentar un evento imprevisto (político, militar o natural) que transforme las necesidades nacionales y requiera todas las fuerzas disponinbles para contener sus efectos”. Si bien las fuerzas armadas ven como primordial seguir en lo general en apoyo a las instituciones nacionales y al pueblo de México, la misión no debe ser de forma permanente. El protagonismo de hoy se puede convertir en el reclamo principal de grupos políticos “oportunistas” y la exposición prolongada en actividades de seguridad pública pueden engendrar corrupción en las tropas”, algo que ya ha ocurrido en algunos casos.

Advierten que las fuerzas armadas pueden prepararse “unilateralmente” para afrontar un “cisne negro” si se reserva un presupuesto, una fuerza móvil y un grupo de abogados que garantices su participación legal ante un evento “totalmente imprevisto”.

@velediaz424

La respuesta ante el huracán Otis en Acapulco puso en evidencia que las fuerzas armadas atraviesan un desgaste de recursos y personal ante emergencias naturales. Al tener tantas misiones en este sexenio han quedado desdibujadas en lo importante. Eso que durante muchos años los distinguió y granjeó el aprecio de la sociedad por la capacidad de respuesta en auxilio a la población civil en casos de desastre. Más allá de los saqueos a tiendas departamentales y robo de combustible en gasolineras, donde en algún caso fueron captados como partícipes elementos de la Guardia Nacional, que existan dos semanas después personas sepultadas bajo el lodo, colonias enteras inundadas de escombros sin servicios básicos, y una alerta por emergencia sanitaria, refleja la falta de eficiencia ante el caos para poner orden.

Este escenario estaba previsto desde el año 2020 cuando un grupo de investigadores del Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos en Seguridad y Defensa Nacionales (IMEESDN), de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, elaboró un estudio denominado “Consecuencias y posibles escenarios ante el incremento de actividades encomendadas a las fuerzas armadas”.

Para los analistas la presencia de militares en labores que en principio corresponden a otras secretarías de Estado, es un indicador de la falta de capacidad de las mismas y refleja un debilitamiento del sistema político en México que origina “el surgimiento de un sistema “de respaldo” ante un “crash” gubernamental”.

El análisis aporta elementos sobre las bases legales de la participación de las fuerzas armadas para apoyar a otras instituciones del Estado, algo que radica en las cinco misiones señaladas en la Ley Orgánica, donde las dos primeras se refieren a la defensa del país, la tercera a la seguridad interior y las dos dos últimas en apoyo a otras dependencias y su actuación en casos de desastre.

Las fuerzas armadas carecen de recursos suficientes para actuar en todos los frentes que el actual gobierno les ha encomendado. Se planea y ejecuta la rotación de tropas en distintas misiones para responder a la emergencia migratoria, el combate al “huachicol”, reducción de violencia en distintas zonas del país, producción de viveros, intercepción de narcóticos, construcción de obras insignes del gobierno, creación de la Guardia Nacional, atención en casos de desastre, para lo cual la secretaría de la Defensa Nacional carece de efectivos suficientes para sostener de forma simultánea todas las misiones lo que implica reducir algunas tareas permanentes como la erradicación de plantíos ilícitos. “Esta situación ocasiona fatiga en los recursos humanos y materiales, que demandan descanso y mantenimiento respectivamente. Además, el cambio constante de misiones requiere de un adiestramiento diferente para cada una de ellas”.

Advertían que en un “escenario tendencial”, es decir entre más tareas acumulen, alcanzarían un “punto de inflexión” en sus recursos humanos y materiales, que ocasionará una reducción en la efectividad en sus misiones. Se presentará una crisis de seguridad pública en las ciudades donde despuntará el crimen común (extorsión, secuestro, robo)”. Algo que asomó en Acapulco.

En alusión la tesis del ensayista Nassim Taleb, citan un escenario de “cisne negro”, donde “se puede presentar un evento imprevisto (político, militar o natural) que transforme las necesidades nacionales y requiera todas las fuerzas disponinbles para contener sus efectos”. Si bien las fuerzas armadas ven como primordial seguir en lo general en apoyo a las instituciones nacionales y al pueblo de México, la misión no debe ser de forma permanente. El protagonismo de hoy se puede convertir en el reclamo principal de grupos políticos “oportunistas” y la exposición prolongada en actividades de seguridad pública pueden engendrar corrupción en las tropas”, algo que ya ha ocurrido en algunos casos.

Advierten que las fuerzas armadas pueden prepararse “unilateralmente” para afrontar un “cisne negro” si se reserva un presupuesto, una fuerza móvil y un grupo de abogados que garantices su participación legal ante un evento “totalmente imprevisto”.

@velediaz424

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