/ domingo 23 de febrero de 2020

Franciscanos en Antigua California*

Primera de dos partes

Al cabo de setenta años de labor civilizadora, los jesuitas debieron salir de las Californias el 3 de febrero de 1768 a causa del decreto de Carlos III que expulsó a la Compañía de Jesús de todos los territorios y colonias de España

Fueron reunidos y despedidos en Loreto por el gobernador Gaspar de

Portolá, donde, como escribió después el P. Juan Jacobo Baegert en sus Noticias de la península americana de California: “A pesar de que la salida debía haberse llevado a cabo sigilosamente, todos los habitantes de Loreto de ambos sexos estuvieron reunidos en la playa para darnos la despedida, llorando todos, californios y españoles.”

El 1 de abril siguiente llegó a la misma capital de las Californias el grupo de franciscanos encabezados por Junípero Serra, quienes pasaron a ocupar de inmediato las 15 misiones ex jesuíticas: Loreto, San José del Cabo, Santiago, Todos Santos, Los Dolores, San Luis Gonzaga, San Francisco Javier, San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, Mulegé, San Ignacio, Santa Gertrudis, San Francisco de Borja y Santa María de los Ángeles.Estas tres últimas en el actual estado de Baja California.

Tres meses más tarde llegó el visitador Joseph de Gálvez y se instaló en el real de minas de Santa Ana, al sur de La Paz, donde empezó a disponer radicales reformas administrativas; lo acompañaba el científico Joaquín Velázquez de León, comisionado para supervisar la presencia del astrónomo Jean-BaptisteChappé d´ Auteroche, quien estaba en la zona con la finalidad de registrar el paso de Venus por el disco solar. Pero ése es otro asunto que tiene su historia particular.

Gálvez escribió desde aquí a Serra enterándolo de sus proyectos y pidiendo informes de las misiones. Entregó a los religiosos el manejo de ellas, en vista de la devastación que sufrieron a manos de los administradores oficiales que había dispuesto el propio visitador.Serra hubo de efectuar un recorrido de 200 millas para preparar el informe requerido.

El 31 de octubre llegó fray Junípero a Santa Ana, y con Gálvez emprendió largas conferencias durante las cuales programaron la marcha a San Diego, en la Alta California, disponiéndose para ello de nativos, ganados, cosechas y objetos del culto de las misiones peninsulares, así como de pertenencias de Manuel de Ocio y Gaspar Pisón, empresarios mineros de Santa Ana, que a causa de estos préstamos forzosos –nunca recuperados- el estado general de la provincia se abatió aún más considerablemente.

La extensa lista de personas y cosas que habían sido producidas con tantos esfuerzos y privaciones durante tanto tiempo, y que ahora fueron extraídas impunemente sin resarcir el saqueo, están documentadas en recibos que levantó el capitán Fernando de Rivera, encargado de cumplir la predatoria orden, que se hallan en el Archivo General de la Nación, así como en el libro Cartas desde la península de California, de Palou, preparado por José Luis Soto Pérez y que editó Editorial Porrúa de México en 1994.

Lo dice el mismo fray Francisco en la carta XVIII fechada en Loreto el 10 de enero de 1770:

“De dichas expediciones se siguió a las misiones no poco atraso, así como por lo que sacaron de ellas para las fundaciones de la nuevas, como para las mismas expediciones. En la otra carta dije a vuestra paternidad que el capitán [Fernando de Rivera y Moncada], por comisión de su ilustrísima, sacó de las misiones mulas, caballos, ganados y demás que le pareció conveniente, ejecutando lo mismo el señor gobernador, y dejando recibos de todo…”

En compañía de Gálvez, Serra bendijo en La Paz, el 6 de enero de 1769, el paquebote San Carlos, que cuatro días después salió rumbo a los puertos de San Diego y Monterrey, en la Nueva California, y con igual destino partió el 15 de febrero en cabo San Lucas el paquebote San Antonio.

Al mes de estos sucesos salió de Loreto la caminata capitaneada por el gobernador Portolá, y al poco tiempo la del grupo del padre Serra, que llegó a San Francisco Javier donde era ministro Francisco Palou, a quien se le encomendaron las misiones peninsulares. Delante de ellos iba el capitán Rivera y Moncada recogiendo, según le ordenaron,insumos para los establecimientos que se proyectaba fundar en la California continental.

* Participación en la mesa “La Antigua California” dentro del II Congreso de Historia de Baja California, efectuada en el Centro Estatal de las Artes de Ensenada, Baja California, el 20 de febrero de 2020.

Primera de dos partes

Al cabo de setenta años de labor civilizadora, los jesuitas debieron salir de las Californias el 3 de febrero de 1768 a causa del decreto de Carlos III que expulsó a la Compañía de Jesús de todos los territorios y colonias de España

Fueron reunidos y despedidos en Loreto por el gobernador Gaspar de

Portolá, donde, como escribió después el P. Juan Jacobo Baegert en sus Noticias de la península americana de California: “A pesar de que la salida debía haberse llevado a cabo sigilosamente, todos los habitantes de Loreto de ambos sexos estuvieron reunidos en la playa para darnos la despedida, llorando todos, californios y españoles.”

El 1 de abril siguiente llegó a la misma capital de las Californias el grupo de franciscanos encabezados por Junípero Serra, quienes pasaron a ocupar de inmediato las 15 misiones ex jesuíticas: Loreto, San José del Cabo, Santiago, Todos Santos, Los Dolores, San Luis Gonzaga, San Francisco Javier, San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, Mulegé, San Ignacio, Santa Gertrudis, San Francisco de Borja y Santa María de los Ángeles.Estas tres últimas en el actual estado de Baja California.

Tres meses más tarde llegó el visitador Joseph de Gálvez y se instaló en el real de minas de Santa Ana, al sur de La Paz, donde empezó a disponer radicales reformas administrativas; lo acompañaba el científico Joaquín Velázquez de León, comisionado para supervisar la presencia del astrónomo Jean-BaptisteChappé d´ Auteroche, quien estaba en la zona con la finalidad de registrar el paso de Venus por el disco solar. Pero ése es otro asunto que tiene su historia particular.

Gálvez escribió desde aquí a Serra enterándolo de sus proyectos y pidiendo informes de las misiones. Entregó a los religiosos el manejo de ellas, en vista de la devastación que sufrieron a manos de los administradores oficiales que había dispuesto el propio visitador.Serra hubo de efectuar un recorrido de 200 millas para preparar el informe requerido.

El 31 de octubre llegó fray Junípero a Santa Ana, y con Gálvez emprendió largas conferencias durante las cuales programaron la marcha a San Diego, en la Alta California, disponiéndose para ello de nativos, ganados, cosechas y objetos del culto de las misiones peninsulares, así como de pertenencias de Manuel de Ocio y Gaspar Pisón, empresarios mineros de Santa Ana, que a causa de estos préstamos forzosos –nunca recuperados- el estado general de la provincia se abatió aún más considerablemente.

La extensa lista de personas y cosas que habían sido producidas con tantos esfuerzos y privaciones durante tanto tiempo, y que ahora fueron extraídas impunemente sin resarcir el saqueo, están documentadas en recibos que levantó el capitán Fernando de Rivera, encargado de cumplir la predatoria orden, que se hallan en el Archivo General de la Nación, así como en el libro Cartas desde la península de California, de Palou, preparado por José Luis Soto Pérez y que editó Editorial Porrúa de México en 1994.

Lo dice el mismo fray Francisco en la carta XVIII fechada en Loreto el 10 de enero de 1770:

“De dichas expediciones se siguió a las misiones no poco atraso, así como por lo que sacaron de ellas para las fundaciones de la nuevas, como para las mismas expediciones. En la otra carta dije a vuestra paternidad que el capitán [Fernando de Rivera y Moncada], por comisión de su ilustrísima, sacó de las misiones mulas, caballos, ganados y demás que le pareció conveniente, ejecutando lo mismo el señor gobernador, y dejando recibos de todo…”

En compañía de Gálvez, Serra bendijo en La Paz, el 6 de enero de 1769, el paquebote San Carlos, que cuatro días después salió rumbo a los puertos de San Diego y Monterrey, en la Nueva California, y con igual destino partió el 15 de febrero en cabo San Lucas el paquebote San Antonio.

Al mes de estos sucesos salió de Loreto la caminata capitaneada por el gobernador Portolá, y al poco tiempo la del grupo del padre Serra, que llegó a San Francisco Javier donde era ministro Francisco Palou, a quien se le encomendaron las misiones peninsulares. Delante de ellos iba el capitán Rivera y Moncada recogiendo, según le ordenaron,insumos para los establecimientos que se proyectaba fundar en la California continental.

* Participación en la mesa “La Antigua California” dentro del II Congreso de Historia de Baja California, efectuada en el Centro Estatal de las Artes de Ensenada, Baja California, el 20 de febrero de 2020.