/ domingo 10 de julio de 2022

Filibusteros de ayer y hoy en California peninsular

Walker

Apenas ocho años después de la guerra y los consecuentes problemas que debió enfrentar el pueblo peninsular como parte de la invasión que emprendieron contra nuestro país los Estados Unidos de Norteamérica, el también estadounidense William Walker, un aventurero originario de Tennessee (1824), creyendo campo virgen para sus ambiciones los territorios de California peninsular y Sonora, se propuso efectuar su expedición filibustera (filibusterismo es piratería de intención política), como parte de su proyecto de establecer una nueva república en esta parte de México.


Mediante la colocación de bonos, salió de San Francisco, Alta California, el 16 de octubre de 1853 al frente de cuarenta y cinco individuos con armamento y provisiones.

Llegaron a La Paz el 3 de noviembre y, haciéndose pasar por comerciante, el malhechor obtuvo licencia para desembarcar, y una vez en tierra procedió a aprehender al jefe político, el coronel Rafael Espinosa, y a tomar las dependencias oficiales.

Desde aquí proclamó la supuesta “república de Baja California y Sonora” e hizo proclamar la bandera respectiva, consistente en dos barras longitudinales rojas y una blanca central con dos estrellas que representaban a los dos componentes del país que pretendía fundar.

En tales andanzas hubo de vérselas contra el pueblo peninsular con la jefatura del teniente Manuel Pineda y el teniente coronel Manuel Márquez de León en el sur, así como con las fuerzas del teniente Francisco Javier del Castillo Negrete y el oficial Antonio Meléndrez en el norte.

Al final fue expulsado hasta San Diego; fue encontrado responsable de estos atropellos y sus autoridades le fijaron una multa que le dispensaron poco tiempo después.

Sin haber escarmentado continuó sus fechorías en Centroamérica e invadió Nicaragua y Honduras donde finalmente fue ajusticiado.

Zerman

Debieron transcurrir solamente dos años de la presencia de Walker en la Antigua California, cuando se produjeron los sucesos protagonizados por Juan Napoleón Zerman, un veterano de las guerras de Francia asentado en San Francisco, Alta California, quien se integró a la causa de Juan Álvarez, caudillo de la Revolución de Ayutla promulgada en el estado de Guerrero contra la dictadura de Antonio López de Santa Ana.

Su comisión era conducir armas y abastecimientos desde California continental hasta Acapulco. Luego de 18 días de travesía llegó a cabo San Lucas el 29 de octubre de 1855, donde se aprovisionó de agua y leña.

Enterado de que el gobernador José María Blancarte simpatizaba con el movimiento de Álvarez, decidió ir a La Paz donde le solicitó una entrevista, pero Blancarte contestó que le dispararía si ponía un pie en la costa. De cualquier manera, el supuesto “almirante” desembarcó el 13 de noviembre siguiente acompañado de seis oficiales uniformados, su joven hijo y su secretario.

Zerman intentó aprehender al gobernador pero éste arrestó al grupo y lo puso bajo guardia en la casa de gobierno. Su secretario, José María García, fue nombrado fiscal militar para tomar declaraciones a los forasteros.

Blancarte llamó a cabildo abierto, el cual le ordenó forzar al resto de los expedicionarios a rendirse de inmediato. Fueron enviadas órdenes a los ocupantes de los barcos demandando su rendición incondicional, pero éstos dudaron sin explicarse la hostilidad del gobernador. La batería de tierra disparó tres veces, a consecuencia de lo cual murió uno de los tripulantes y sufrieron heridas dos más de la nave principal, lo cual forzó al resto a izar bandera blanca. Desembarcaron y fueron tomados prisioneros por los victoriosos defensores de la ciudad.

Todos fueron puestos a bordo de los dos barcos capturados y llevados a Mazatlán bajo custodia del fiscal García y un cuerpo de tropa. Durante el viaje sufrieron toda clase de malos tratos de militares y civiles. Los desembarcaron en San Blas, Nayarit, y de ahí los hicieron caminar hasta Guadalajara, donde Zerman se quejó de la brutalidad así como de los robos de que fueron víctimas en La Paz por la fiscalía.

Los prisioneros fueron puestos en libertad condicional por el gobernador de Jalisco, y enseguida se les transfirió a la ciudad de México para esperar el proceso. A mediados de 1868 (trece años más tarde de aquellos acontecimientos), el jurado de la causa terminó exonerando a Zerman y acompañantes del cargo de filibusteros, sin alcanzar indemnización por los daños y perjuicios recibidos, debido a su intromisión en los asuntos internos del país.

El tema del filibusterismo es histórico y lamentablemente está presente en California Sur: en nuestros días hay, nacionales y extranjeros, que la consideran tierra de nadie, donde cada quien puede venir a hacer lo que le dé la gana y apropiarse impunemente de tierras, nombres y cuanto se le antoje; hay multitud de ejemplos cotidianos, y por eso debemos estar permanentemente alerta.

Walker

Apenas ocho años después de la guerra y los consecuentes problemas que debió enfrentar el pueblo peninsular como parte de la invasión que emprendieron contra nuestro país los Estados Unidos de Norteamérica, el también estadounidense William Walker, un aventurero originario de Tennessee (1824), creyendo campo virgen para sus ambiciones los territorios de California peninsular y Sonora, se propuso efectuar su expedición filibustera (filibusterismo es piratería de intención política), como parte de su proyecto de establecer una nueva república en esta parte de México.


Mediante la colocación de bonos, salió de San Francisco, Alta California, el 16 de octubre de 1853 al frente de cuarenta y cinco individuos con armamento y provisiones.

Llegaron a La Paz el 3 de noviembre y, haciéndose pasar por comerciante, el malhechor obtuvo licencia para desembarcar, y una vez en tierra procedió a aprehender al jefe político, el coronel Rafael Espinosa, y a tomar las dependencias oficiales.

Desde aquí proclamó la supuesta “república de Baja California y Sonora” e hizo proclamar la bandera respectiva, consistente en dos barras longitudinales rojas y una blanca central con dos estrellas que representaban a los dos componentes del país que pretendía fundar.

En tales andanzas hubo de vérselas contra el pueblo peninsular con la jefatura del teniente Manuel Pineda y el teniente coronel Manuel Márquez de León en el sur, así como con las fuerzas del teniente Francisco Javier del Castillo Negrete y el oficial Antonio Meléndrez en el norte.

Al final fue expulsado hasta San Diego; fue encontrado responsable de estos atropellos y sus autoridades le fijaron una multa que le dispensaron poco tiempo después.

Sin haber escarmentado continuó sus fechorías en Centroamérica e invadió Nicaragua y Honduras donde finalmente fue ajusticiado.

Zerman

Debieron transcurrir solamente dos años de la presencia de Walker en la Antigua California, cuando se produjeron los sucesos protagonizados por Juan Napoleón Zerman, un veterano de las guerras de Francia asentado en San Francisco, Alta California, quien se integró a la causa de Juan Álvarez, caudillo de la Revolución de Ayutla promulgada en el estado de Guerrero contra la dictadura de Antonio López de Santa Ana.

Su comisión era conducir armas y abastecimientos desde California continental hasta Acapulco. Luego de 18 días de travesía llegó a cabo San Lucas el 29 de octubre de 1855, donde se aprovisionó de agua y leña.

Enterado de que el gobernador José María Blancarte simpatizaba con el movimiento de Álvarez, decidió ir a La Paz donde le solicitó una entrevista, pero Blancarte contestó que le dispararía si ponía un pie en la costa. De cualquier manera, el supuesto “almirante” desembarcó el 13 de noviembre siguiente acompañado de seis oficiales uniformados, su joven hijo y su secretario.

Zerman intentó aprehender al gobernador pero éste arrestó al grupo y lo puso bajo guardia en la casa de gobierno. Su secretario, José María García, fue nombrado fiscal militar para tomar declaraciones a los forasteros.

Blancarte llamó a cabildo abierto, el cual le ordenó forzar al resto de los expedicionarios a rendirse de inmediato. Fueron enviadas órdenes a los ocupantes de los barcos demandando su rendición incondicional, pero éstos dudaron sin explicarse la hostilidad del gobernador. La batería de tierra disparó tres veces, a consecuencia de lo cual murió uno de los tripulantes y sufrieron heridas dos más de la nave principal, lo cual forzó al resto a izar bandera blanca. Desembarcaron y fueron tomados prisioneros por los victoriosos defensores de la ciudad.

Todos fueron puestos a bordo de los dos barcos capturados y llevados a Mazatlán bajo custodia del fiscal García y un cuerpo de tropa. Durante el viaje sufrieron toda clase de malos tratos de militares y civiles. Los desembarcaron en San Blas, Nayarit, y de ahí los hicieron caminar hasta Guadalajara, donde Zerman se quejó de la brutalidad así como de los robos de que fueron víctimas en La Paz por la fiscalía.

Los prisioneros fueron puestos en libertad condicional por el gobernador de Jalisco, y enseguida se les transfirió a la ciudad de México para esperar el proceso. A mediados de 1868 (trece años más tarde de aquellos acontecimientos), el jurado de la causa terminó exonerando a Zerman y acompañantes del cargo de filibusteros, sin alcanzar indemnización por los daños y perjuicios recibidos, debido a su intromisión en los asuntos internos del país.

El tema del filibusterismo es histórico y lamentablemente está presente en California Sur: en nuestros días hay, nacionales y extranjeros, que la consideran tierra de nadie, donde cada quien puede venir a hacer lo que le dé la gana y apropiarse impunemente de tierras, nombres y cuanto se le antoje; hay multitud de ejemplos cotidianos, y por eso debemos estar permanentemente alerta.