/ domingo 1 de agosto de 2021

Expedición científica en California: aniversario 252

El 1 de agosto de 1769 murió el científico francés Jean-Baptiste Chappé d’Auteroche en San José del Cabo, donde fue sepultado. Había encabezado la expedición que viajó de Europa al extremo sur californiano para observar el paso de Venus por el disco solar, ocurrido el 3 de junio anterior, de lo que resultó la siguiente crónica del propio miembro de la Academia Real de Ciencias de su país, publicada en el libro Viaje a Baja California para la observación del tránsito de Venus sobre el disco del Sol (Ensenada, B. C., 2010).

“Finalmente, la tarde del 16 de mayo [1769] y con ayuda de algunas corrientes y ráfagas de viento favorables alcanzamos a ver las tierras de California todavía lejos, como a unas 18 leguas; estimamos que serían las del cabo San Lucas. A la mañana siguiente nos acercamos gracias a un viento débil, pero el 18 en la tarde estábamos todavía a cinco leguas de tierra.”

Después de varias dificultades, “El piloto envió primero la chalupa a reconocer la costa para encontrar el lugar donde el desembarco podría ser más fácil; de ninguna manera osaría yo arriesgar mis instrumentos en este primer ensayo de desembarco, por lo que puse en esta lancha únicamente una parte de mis efectos menores; el desembarco se logró más o menos felizmente y dispuse entonces que mis instrumentos más esenciales se transportaran en el segundo envío y que [el geógrafo y astrónomo Jean] Pauly y [el pintor Jean] Noël los acompañaran; en cuanto a mí, me reservé para el tercer viaje.”

Seguidamente “nos encontramos por fin sobre la costa de California, a la entrada del río San José. Estando la noche tan cercana pernoctamos en la ribera, decididos a llegar a San José el día siguiente; fue así como después de echar un ojo sobre los instrumentos que me rodeaban, y verificando que ninguno había sufrido ningún daño, recordé todos los espacios de tierra y de mar que tan felizmente había recorrido, y pensando, sobre todo, que me quedaba aún tiempo suficiente para mi observación, sentí una satisfacción y una felicidad de la que me es imposible dar idea.

La noticia de nuestra llegada fue comunicada en poco tiempo a la misión de San José, desde donde nos enviaron rápidamente unas mulas; tomé entonces la decisión de llegar allá de inmediato, dejando a Pauly en la ribera para que fuera transportado al día siguiente con el equipaje que no pude tomar conmigo.

Tenía prisa de instalarme en San José y comenzar de inmediato con mis observaciones preliminares; ahora estaba hospedado con todo mi mundo en un amplio granero, del que hice quitar la mitad del techo en el lado sur para poder colocar telas que pudieran ponerse y quitarse a voluntad; todos mis instrumentos quedaron ya armados, listos y probados en el estado en que deberían servir para la observación del tránsito de Venus; el clima me secundó perfectamente y tuve todo el tiempo necesario para montar mi péndulo haciendo observaciones exactas y múltiples.

Finalmente llegó el 3 de junio y pude hacer la observación más completa (cuyos detalles se verán en la segunda parte de este trabajo).”

Enseguida la nota de los traductores Manuel Álvarez y Graciela Albert:

“Sin duda el lector verá con pena que la relación del viaje de Chappé termina en el momento más interesante, por las luces y los conocimientos novedosos que habría podido dar acerca de California, pero como ya lo dije en el prólogo, aquí me ha sido imposible suplir el silencio del autor, al igual que en otras partes de este trabajo; las personas que lo acompañaron no pudieron aportar nada particular sobre el tema; su único recuerdo de este lugar tan fatal es el triste suceso de la muerte del Sr. Chappé…

Finalmente muere el 1 de agosto, rodeado por Pauly, Noël y sus otros acompañantes, quienes apenas habían tenido la fuerza para reunirse alrededor de él, de tenderle los brazos y recibir su último suspiro.

Con toda la firmeza y serenidad de un verdadero filósofo ve acercarse la muerte; cubierto el objetivo de su viaje, asegurado el fruto de sus observaciones y no teniendo nada que reclamarse, muere contento. El público y sus amigos fuimos los únicos que sufrimos su muerte, sus éxitos son actualmente su mayor elogio y la recompensa más halagadora de sus trabajos.”

Personajes paralelamente importantes de estos acontecimientos fueron el mismo Noël, autor de algunas valiosas pinturas alusivas, y el científico mexicano Joaquín Velásquez de León, quien llevó a cabo observaciones simultáneas sobre el mismo fenómeno en el real minero de Santa Ana.

El 1 de agosto de 1769 murió el científico francés Jean-Baptiste Chappé d’Auteroche en San José del Cabo, donde fue sepultado. Había encabezado la expedición que viajó de Europa al extremo sur californiano para observar el paso de Venus por el disco solar, ocurrido el 3 de junio anterior, de lo que resultó la siguiente crónica del propio miembro de la Academia Real de Ciencias de su país, publicada en el libro Viaje a Baja California para la observación del tránsito de Venus sobre el disco del Sol (Ensenada, B. C., 2010).

“Finalmente, la tarde del 16 de mayo [1769] y con ayuda de algunas corrientes y ráfagas de viento favorables alcanzamos a ver las tierras de California todavía lejos, como a unas 18 leguas; estimamos que serían las del cabo San Lucas. A la mañana siguiente nos acercamos gracias a un viento débil, pero el 18 en la tarde estábamos todavía a cinco leguas de tierra.”

Después de varias dificultades, “El piloto envió primero la chalupa a reconocer la costa para encontrar el lugar donde el desembarco podría ser más fácil; de ninguna manera osaría yo arriesgar mis instrumentos en este primer ensayo de desembarco, por lo que puse en esta lancha únicamente una parte de mis efectos menores; el desembarco se logró más o menos felizmente y dispuse entonces que mis instrumentos más esenciales se transportaran en el segundo envío y que [el geógrafo y astrónomo Jean] Pauly y [el pintor Jean] Noël los acompañaran; en cuanto a mí, me reservé para el tercer viaje.”

Seguidamente “nos encontramos por fin sobre la costa de California, a la entrada del río San José. Estando la noche tan cercana pernoctamos en la ribera, decididos a llegar a San José el día siguiente; fue así como después de echar un ojo sobre los instrumentos que me rodeaban, y verificando que ninguno había sufrido ningún daño, recordé todos los espacios de tierra y de mar que tan felizmente había recorrido, y pensando, sobre todo, que me quedaba aún tiempo suficiente para mi observación, sentí una satisfacción y una felicidad de la que me es imposible dar idea.

La noticia de nuestra llegada fue comunicada en poco tiempo a la misión de San José, desde donde nos enviaron rápidamente unas mulas; tomé entonces la decisión de llegar allá de inmediato, dejando a Pauly en la ribera para que fuera transportado al día siguiente con el equipaje que no pude tomar conmigo.

Tenía prisa de instalarme en San José y comenzar de inmediato con mis observaciones preliminares; ahora estaba hospedado con todo mi mundo en un amplio granero, del que hice quitar la mitad del techo en el lado sur para poder colocar telas que pudieran ponerse y quitarse a voluntad; todos mis instrumentos quedaron ya armados, listos y probados en el estado en que deberían servir para la observación del tránsito de Venus; el clima me secundó perfectamente y tuve todo el tiempo necesario para montar mi péndulo haciendo observaciones exactas y múltiples.

Finalmente llegó el 3 de junio y pude hacer la observación más completa (cuyos detalles se verán en la segunda parte de este trabajo).”

Enseguida la nota de los traductores Manuel Álvarez y Graciela Albert:

“Sin duda el lector verá con pena que la relación del viaje de Chappé termina en el momento más interesante, por las luces y los conocimientos novedosos que habría podido dar acerca de California, pero como ya lo dije en el prólogo, aquí me ha sido imposible suplir el silencio del autor, al igual que en otras partes de este trabajo; las personas que lo acompañaron no pudieron aportar nada particular sobre el tema; su único recuerdo de este lugar tan fatal es el triste suceso de la muerte del Sr. Chappé…

Finalmente muere el 1 de agosto, rodeado por Pauly, Noël y sus otros acompañantes, quienes apenas habían tenido la fuerza para reunirse alrededor de él, de tenderle los brazos y recibir su último suspiro.

Con toda la firmeza y serenidad de un verdadero filósofo ve acercarse la muerte; cubierto el objetivo de su viaje, asegurado el fruto de sus observaciones y no teniendo nada que reclamarse, muere contento. El público y sus amigos fuimos los únicos que sufrimos su muerte, sus éxitos son actualmente su mayor elogio y la recompensa más halagadora de sus trabajos.”

Personajes paralelamente importantes de estos acontecimientos fueron el mismo Noël, autor de algunas valiosas pinturas alusivas, y el científico mexicano Joaquín Velásquez de León, quien llevó a cabo observaciones simultáneas sobre el mismo fenómeno en el real minero de Santa Ana.