/ miércoles 17 de marzo de 2021

El Espectador | Influyentismo en el Insabi

Desde hace semanas nos advierten algunos empresarios del sector farmacéutico que el desabasto de medicamentos está a punto de explotar en las farmacias de barrio en todo el país. Ya hacen falta medicamentos para controlar los malos golpes del corazón, insulina, analgésicos, sueros orales, sedantes y anestesia local. Está faltando de todo en los hospitales públicos, lo que orilla a las familias de la gente que necesita las medicinas a buscarlos por su cuenta, algo que no es nuevo, lo que sí, la elevada demanda de ciertos productos por culpa del coronavirus o simplemente porque no los compraron a tiempo los de la cuatroté.

Más allá de que se piense que es un tema político, imagina que tu madre es maestra de primaria y va al hospital y le dice el médico que pase por su medicina. Al llegar a la farmacia del Instituto, una señora encargada de surtir las recetas, le dice que no hay y que le haga como quiera, de todas formas nunca les han llevado esa fórmula ni les llegará.

Si tu madre o tu familia pueden, pues lo que sigue es pararse en una farmacia y surtir lo que el gobierno no le da, a pesar de que dicen los políticos que sí.

Y pasa con las medicinas que recetan para tratar el cáncer y tantos males que nos aquejan a los mexicanos, como la diabetes.

Ayer la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), que representa a más de 60 empresas que se ocupan del desarrollo e investigación farmacéutica y biotecnología para la generación de nuevos medicamentos, salió a sugerir que puede ponerse peor la situación por culpa es del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), de Juan Antonio Ferrer Aguilar.

Algunos empresarios, que temen dar la cara para no poner en riesgo sus negocios, señalan que este personaje fue puesto por el mismísimo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para pagarle favores a sus amigos de Tabasco. Que es producto del influyentismo.

Él, entre muchas cosas, tiene que solucionar la alta insatisfacción de los usuarios con los servicios de salud y cuestionamiento a la eficiencia de la atención por problemas de disponibilidad y uso de medicamentos, equipos médicos e insumos para la salud en los establecimientos de atención. Garantizar el abasto de medicamentos y demás insumos. Pero no ha hecho nada.

Los cuestionamientos se presentan cuando se recuerda que Juan Antonio Ferrer Aguilar fue ascendido misteriosamente a un puesto estratégico que no conoce. Es licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico de Tabasco, pero hablando de experiencia laboral, lo más destacado que sus cercanos cuentan de él es que fue subdirector del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Chiapas y director de la zona arqueológica del Tajín, en Veracruz.

Bueno, las empresas que conforman AMIIF han detectado un cuello de botella que debe resolverse a la brevedad, pues impide que las empresas puedan entregar los medicamentos ya adjudicados en el proceso de compra consolidada a los distribuidores, designados por el Insabi, quienes son los encargados de entregar los medicamentos en los hospitales y unidades médicas en todo el país.

Hasta el momento no se cuenta con una explicación formal, pero sospechan que Ferrer Aguilar y sus paisanos están detrás. ¿Será a propósito o simplemente no entiende la importancia de su puesto?

Desde hace semanas nos advierten algunos empresarios del sector farmacéutico que el desabasto de medicamentos está a punto de explotar en las farmacias de barrio en todo el país. Ya hacen falta medicamentos para controlar los malos golpes del corazón, insulina, analgésicos, sueros orales, sedantes y anestesia local. Está faltando de todo en los hospitales públicos, lo que orilla a las familias de la gente que necesita las medicinas a buscarlos por su cuenta, algo que no es nuevo, lo que sí, la elevada demanda de ciertos productos por culpa del coronavirus o simplemente porque no los compraron a tiempo los de la cuatroté.

Más allá de que se piense que es un tema político, imagina que tu madre es maestra de primaria y va al hospital y le dice el médico que pase por su medicina. Al llegar a la farmacia del Instituto, una señora encargada de surtir las recetas, le dice que no hay y que le haga como quiera, de todas formas nunca les han llevado esa fórmula ni les llegará.

Si tu madre o tu familia pueden, pues lo que sigue es pararse en una farmacia y surtir lo que el gobierno no le da, a pesar de que dicen los políticos que sí.

Y pasa con las medicinas que recetan para tratar el cáncer y tantos males que nos aquejan a los mexicanos, como la diabetes.

Ayer la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), que representa a más de 60 empresas que se ocupan del desarrollo e investigación farmacéutica y biotecnología para la generación de nuevos medicamentos, salió a sugerir que puede ponerse peor la situación por culpa es del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), de Juan Antonio Ferrer Aguilar.

Algunos empresarios, que temen dar la cara para no poner en riesgo sus negocios, señalan que este personaje fue puesto por el mismísimo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para pagarle favores a sus amigos de Tabasco. Que es producto del influyentismo.

Él, entre muchas cosas, tiene que solucionar la alta insatisfacción de los usuarios con los servicios de salud y cuestionamiento a la eficiencia de la atención por problemas de disponibilidad y uso de medicamentos, equipos médicos e insumos para la salud en los establecimientos de atención. Garantizar el abasto de medicamentos y demás insumos. Pero no ha hecho nada.

Los cuestionamientos se presentan cuando se recuerda que Juan Antonio Ferrer Aguilar fue ascendido misteriosamente a un puesto estratégico que no conoce. Es licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico de Tabasco, pero hablando de experiencia laboral, lo más destacado que sus cercanos cuentan de él es que fue subdirector del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Chiapas y director de la zona arqueológica del Tajín, en Veracruz.

Bueno, las empresas que conforman AMIIF han detectado un cuello de botella que debe resolverse a la brevedad, pues impide que las empresas puedan entregar los medicamentos ya adjudicados en el proceso de compra consolidada a los distribuidores, designados por el Insabi, quienes son los encargados de entregar los medicamentos en los hospitales y unidades médicas en todo el país.

Hasta el momento no se cuenta con una explicación formal, pero sospechan que Ferrer Aguilar y sus paisanos están detrás. ¿Será a propósito o simplemente no entiende la importancia de su puesto?