/ lunes 14 de diciembre de 2020

El Espectador | Espía contra espía

La lucha contra los criminales no se libra solamente a balazos, ni con abrazos, como propone el presidente Andrés Manuel López Obrador. Muchos de los combates tienen que ver con el dinero, la tecnología y la información para tomar decisiones a tiempo y dar golpes de precisión y sin derramar sangre, ni hacer el ridículo ante el bando enemigo en cadena nacional. Desde hace años hemos estado contando historias de cómo los delincuentes y potencias (antes eran llamados simplemente hackers y les aplaudían en los países subdesarrollados, gracias a las malas películas de Hollywood) tratan todo el tiempo de infiltrar la infraestructura de los gobiernos y las empresas trasnacionales (¿Recuerdan la NSA y las comunicaciones de Enrique Peña Nieto, o el declive de BlackBerry?).

Bueno, como también deben recordar, cada sexenio en este país cuenta con sus proveedores favoritos en el campo tecnológico, principalmente porque nuestros emprendedores y estudiantes de la UNAM y del IPN, entre otras escuelas, no han logrado llegar a desarrollar las herramientas que países como Corea del Norte, China y Estados Unidos venden en el mercado internacional al mejor postor. Es decir, mientras llega a consolidarse el Silicon Valley mexicano, una industria tecnológica local competitiva, tenemos que salir a comprar protección y tecnología cada vez que las necesidades y los partidos cambian.

En este contexto de todos conocido (hasta sentimos una especie de Déjà Vu), el pasado 30 de noviembre el poder Ejecutivo lanzó el acuerdo para la conformación, desarrollo, modernización y actualización de toda la red de radiocomunicación de las dependencias de seguridad del país, mismo que operará bajo el nombre de Red Integrada Nacional de Radiocomunicación (RINR), y se hará a través de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de Rosa Icela Rodríguez.

Buscan que el Ejército, al mando de Luis Cresencio Sandoval; Marina, de Rafael Ojeda Durán; y Guardia Nacional, de Luis Rodríguez Bucio, operen en el territorio nacional bajo un protocolo homologado de comunicación. Y claro, no ser vulnerables a que les roben información o que en algún punto de la historia, quién sabe, lo que digan sea usado en su contra.

A los proveedores de tecnología les han informado que tratarán de incentivar la participación de todas las empresas que cuenten con soluciones tecnológicas seguras para México. La Red Nacional de Radiocomunicación (RNR), implementada desde 1999, actualmente funciona con la tecnología de la firma francesa Airbus, que encabeza Fred Gallart en la región, misma que es utilizada en países como Reino Unido, Alemania y España.

Muchos jugadores están en espera de un cambio de proveedor, de oportunidades para instalarse en el lugar de Airbus. La batalla por un contrato millonario y de largo plazo ya comenzó. Ahora corre el plazo de un máximo de 150 días en que se conocerán los lineamientos que lanzará la nueva comisión, misma que se encargará de proponer políticas, medidas y planes de acción para el funcionamiento de la nueva RINR, así como los lineamientos técnicos de su infraestructura y las reglas del juego.

La lucha contra los criminales no se libra solamente a balazos, ni con abrazos, como propone el presidente Andrés Manuel López Obrador. Muchos de los combates tienen que ver con el dinero, la tecnología y la información para tomar decisiones a tiempo y dar golpes de precisión y sin derramar sangre, ni hacer el ridículo ante el bando enemigo en cadena nacional. Desde hace años hemos estado contando historias de cómo los delincuentes y potencias (antes eran llamados simplemente hackers y les aplaudían en los países subdesarrollados, gracias a las malas películas de Hollywood) tratan todo el tiempo de infiltrar la infraestructura de los gobiernos y las empresas trasnacionales (¿Recuerdan la NSA y las comunicaciones de Enrique Peña Nieto, o el declive de BlackBerry?).

Bueno, como también deben recordar, cada sexenio en este país cuenta con sus proveedores favoritos en el campo tecnológico, principalmente porque nuestros emprendedores y estudiantes de la UNAM y del IPN, entre otras escuelas, no han logrado llegar a desarrollar las herramientas que países como Corea del Norte, China y Estados Unidos venden en el mercado internacional al mejor postor. Es decir, mientras llega a consolidarse el Silicon Valley mexicano, una industria tecnológica local competitiva, tenemos que salir a comprar protección y tecnología cada vez que las necesidades y los partidos cambian.

En este contexto de todos conocido (hasta sentimos una especie de Déjà Vu), el pasado 30 de noviembre el poder Ejecutivo lanzó el acuerdo para la conformación, desarrollo, modernización y actualización de toda la red de radiocomunicación de las dependencias de seguridad del país, mismo que operará bajo el nombre de Red Integrada Nacional de Radiocomunicación (RINR), y se hará a través de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de Rosa Icela Rodríguez.

Buscan que el Ejército, al mando de Luis Cresencio Sandoval; Marina, de Rafael Ojeda Durán; y Guardia Nacional, de Luis Rodríguez Bucio, operen en el territorio nacional bajo un protocolo homologado de comunicación. Y claro, no ser vulnerables a que les roben información o que en algún punto de la historia, quién sabe, lo que digan sea usado en su contra.

A los proveedores de tecnología les han informado que tratarán de incentivar la participación de todas las empresas que cuenten con soluciones tecnológicas seguras para México. La Red Nacional de Radiocomunicación (RNR), implementada desde 1999, actualmente funciona con la tecnología de la firma francesa Airbus, que encabeza Fred Gallart en la región, misma que es utilizada en países como Reino Unido, Alemania y España.

Muchos jugadores están en espera de un cambio de proveedor, de oportunidades para instalarse en el lugar de Airbus. La batalla por un contrato millonario y de largo plazo ya comenzó. Ahora corre el plazo de un máximo de 150 días en que se conocerán los lineamientos que lanzará la nueva comisión, misma que se encargará de proponer políticas, medidas y planes de acción para el funcionamiento de la nueva RINR, así como los lineamientos técnicos de su infraestructura y las reglas del juego.