/ domingo 27 de septiembre de 2020

El 27 de Septiembre…

El 27 de septiembre de 1821 fue el día de la proclamación de la independencia del virreinato de Nueva España y consecuentemente del nacimiento de este país que en el acta respectiva fue nombrado imperio “mexicano” tomando para el extenso territorio novohispano (formado por grupos con muy diversas culturas, lenguas y religiones, la mayor parte inconexos entre sí) el nombre de la capital de una de las etnias que lo integraban: la azteca, mexica, nahua o tenochca.

Esto constituyó la primera expresión de centralismo autoritario del nuevo estado, que comenzó su vida autónoma bajo la forma de regencia imperial presidida por el criollo (hijo de españoles nacido en América) y militar realista Agustín de Iturbide, quien el 10 de febrero de ese mismo año había pactado la emancipación con el último guerrillero independentista Vicente Guerrero (a quien le habían encargado combatir) mediante el plan de Iguala, que dio origen al ejército Trigarante o de las Tres Garantías (religión, independencia y unión), que estrenó su pendón el 24 de ese mes, en la actualidad día de la Bandera Nacional.

Iturbide firmó el 24 de agosto siguiente “los tratados de (la villa de) Córdoba”, en Veracruz, con el último virrey Juan 0’Donojú para la total autonomía novohispana, con ausencia del caudillo insurgente. Córdoba se convirtió así en la verdadera cuna de la independencia del nuevo país.

La marcha triunfal para celebrarlo anterior por las calles de la antigua Tenochtitlan, que pasó por la casa de María Ignacia (la “Güera”) Rodríguez de Velasco, ocurrió el 27 de septiembre porque ese día el inminente emperador cumplió 38 años de edad, y consideró que ésa era buena forma de celebrar el aniversario de su nacimiento ocurrido en Morelia, por entonces Valladolid.

El día 28 fue levantada el acta correspondiente en estos términos: “La nación [sic] mexicana [sic] que por trescientos años ni ha tenido voluntad propia ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados y está consumada la empresa, enteramente memorable, que un genio superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó a cabo, arrollando obstáculos casi insuperables. Restituida, pues, esta parte del septentrión [americano] al ejercicio de cuantos derechos le concedió el autor de la naturaleza, y reconocen por inenajenables y sagrados las naciones cultas de la tierra, en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios, comienza a hacer uso de tan preciosos dones y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es nación soberana e independiente de la antigua España, con quien en lo sucesivo no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha en los términos que prescribieren los tratados; que entablará relaciones amistosas con las demás potencias, ejecutando, respecto de ellas, cuantos actos pueden y están en posesión de ejecutar las otras naciones soberanas; que va a constituirse con arreglo a las bases que en el plan de Iguala y tratado de Córdoba estableció sabiamente el primer jefe del ejército imperial de las Tres Garantías; y, en fin, que sostendrá a todo trance y con el sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos (si fuere necesario) esta solemne declaración hecha en la capital del imperio a veinte y ocho de septiembre del año de mil ochocientos veinte y uno, primero de la Independencia Mexicana [sic].”

La suscribieron veintiocho personajes notables, aunque en el documento permaneció vacío el lugar de la rúbrica del virrey, estuvo ausente también la firma del señor Guerrero, y fue redactado por el vocal secretario don Juan José Espinoza de los Monteros.

¿Qué sucedía por entonces en el sur de la California peninsular?

Por su lejanía ajena completamente a esos aconteceres, vivía aún en la época virreinal - misional, controlada su población por el régimen dominico y las autoridades hispánicas, desde luego opuestas a todo intento de aceptación de la nueva vida independiente.

Tales factores contrarios a la emancipación tuvieron que ceder finalmente en el tercero y último acto de adhesión californiana a la independencia del país, organizado y realizado en la capital lauretana por fray Agustín Fernández de San Vicente, representante oficial del gobierno iturbidista, el 7 de julio de 1822.

El 27 de septiembre es celebrada la fiesta anual de Ciudad Insurgentes, que fue denominada primeramente colonia De la Toba en reconocimiento al alférez Fernando de la Toba, propietario de un amplio territorio en el valle de Santo Domingo, quien como jefe político interino promovió y encabezó la primera jura de la Independencia en esta provincia. Posteriormente la población adquirió la categoría de villa y finalmente la de ciudad. Felicitaciones por todo ello a nuestros paisanos tobeños.

em_coronado@yahoo.com

https://www.facebook.com/eligiomoises.coronado/

El 27 de septiembre de 1821 fue el día de la proclamación de la independencia del virreinato de Nueva España y consecuentemente del nacimiento de este país que en el acta respectiva fue nombrado imperio “mexicano” tomando para el extenso territorio novohispano (formado por grupos con muy diversas culturas, lenguas y religiones, la mayor parte inconexos entre sí) el nombre de la capital de una de las etnias que lo integraban: la azteca, mexica, nahua o tenochca.

Esto constituyó la primera expresión de centralismo autoritario del nuevo estado, que comenzó su vida autónoma bajo la forma de regencia imperial presidida por el criollo (hijo de españoles nacido en América) y militar realista Agustín de Iturbide, quien el 10 de febrero de ese mismo año había pactado la emancipación con el último guerrillero independentista Vicente Guerrero (a quien le habían encargado combatir) mediante el plan de Iguala, que dio origen al ejército Trigarante o de las Tres Garantías (religión, independencia y unión), que estrenó su pendón el 24 de ese mes, en la actualidad día de la Bandera Nacional.

Iturbide firmó el 24 de agosto siguiente “los tratados de (la villa de) Córdoba”, en Veracruz, con el último virrey Juan 0’Donojú para la total autonomía novohispana, con ausencia del caudillo insurgente. Córdoba se convirtió así en la verdadera cuna de la independencia del nuevo país.

La marcha triunfal para celebrarlo anterior por las calles de la antigua Tenochtitlan, que pasó por la casa de María Ignacia (la “Güera”) Rodríguez de Velasco, ocurrió el 27 de septiembre porque ese día el inminente emperador cumplió 38 años de edad, y consideró que ésa era buena forma de celebrar el aniversario de su nacimiento ocurrido en Morelia, por entonces Valladolid.

El día 28 fue levantada el acta correspondiente en estos términos: “La nación [sic] mexicana [sic] que por trescientos años ni ha tenido voluntad propia ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido. Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados y está consumada la empresa, enteramente memorable, que un genio superior a toda admiración y elogio, amor y gloria de su patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó a cabo, arrollando obstáculos casi insuperables. Restituida, pues, esta parte del septentrión [americano] al ejercicio de cuantos derechos le concedió el autor de la naturaleza, y reconocen por inenajenables y sagrados las naciones cultas de la tierra, en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios, comienza a hacer uso de tan preciosos dones y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es nación soberana e independiente de la antigua España, con quien en lo sucesivo no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha en los términos que prescribieren los tratados; que entablará relaciones amistosas con las demás potencias, ejecutando, respecto de ellas, cuantos actos pueden y están en posesión de ejecutar las otras naciones soberanas; que va a constituirse con arreglo a las bases que en el plan de Iguala y tratado de Córdoba estableció sabiamente el primer jefe del ejército imperial de las Tres Garantías; y, en fin, que sostendrá a todo trance y con el sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos (si fuere necesario) esta solemne declaración hecha en la capital del imperio a veinte y ocho de septiembre del año de mil ochocientos veinte y uno, primero de la Independencia Mexicana [sic].”

La suscribieron veintiocho personajes notables, aunque en el documento permaneció vacío el lugar de la rúbrica del virrey, estuvo ausente también la firma del señor Guerrero, y fue redactado por el vocal secretario don Juan José Espinoza de los Monteros.

¿Qué sucedía por entonces en el sur de la California peninsular?

Por su lejanía ajena completamente a esos aconteceres, vivía aún en la época virreinal - misional, controlada su población por el régimen dominico y las autoridades hispánicas, desde luego opuestas a todo intento de aceptación de la nueva vida independiente.

Tales factores contrarios a la emancipación tuvieron que ceder finalmente en el tercero y último acto de adhesión californiana a la independencia del país, organizado y realizado en la capital lauretana por fray Agustín Fernández de San Vicente, representante oficial del gobierno iturbidista, el 7 de julio de 1822.

El 27 de septiembre es celebrada la fiesta anual de Ciudad Insurgentes, que fue denominada primeramente colonia De la Toba en reconocimiento al alférez Fernando de la Toba, propietario de un amplio territorio en el valle de Santo Domingo, quien como jefe político interino promovió y encabezó la primera jura de la Independencia en esta provincia. Posteriormente la población adquirió la categoría de villa y finalmente la de ciudad. Felicitaciones por todo ello a nuestros paisanos tobeños.

em_coronado@yahoo.com

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