/ domingo 10 de abril de 2022

Efeméride cortesiana

El 10 de abril de 1535 encontró a don Hernán Cortés y sus acompañantes en Chiametla (del náhuatl “lugar de chía”), de la provincia sinaloense, preparando la navegación al lugar del que tuvo noticias por las declaraciones de la gente de Fortún Jiménez que, luego de estar en aquel sitio, debieron abandonar por la mortal hostilidad de los nativos. Vayamos un poco a los antecedentes:

En su cuarta Carta de Relación, Cortés había comunicado al emperador tener informes de una isla situada en la mar del Sur; hacía mención de las amazonas, el oro y las perlas que ahí había, y le ofreció emprender su búsqueda en cuanto pudiese hacerlo.

A principios de 1528, cuando tenía en construcción cinco barcos, Cortés debió salir a España para defenderse de las acusaciones de sus enemigos y exigir la recompensa por sus afanes al servicio real. Durante los dos años que estuvo ausente, la Audiencia (máxima autoridad de la Nueva España), que presidía Nuño Beltrán de Guzmán (desde entonces enemigo enconado de Cortés y luego conquistador de la Nueva Galicia), mandó apresar al encargado del astillero, separar de los trabajos a los indios y secuestrar casi todos los materiales. El resto fue enseguida robado al punto de quedar nada más que los cascos que Cortés encontró a mediados de 1530, cuando traía consigo la licencia suficiente del imperio para continuar la exploración del Pacífico, el título de marqués del Valle de Oaxaca, el hábito de Santiago, el nombramiento de capitán general de la Nueva España y de la Mar del Sur, aparte de algunas propiedades en tierras.

Mas para el inicio de la siguiente etapa de sus planes en el océano fue menester recomenzar desde la base la tarea constructiva de buques.

Los tres primeros empeños fracasaron. El cuarto estuvo comandado por Diego Becerra, y en esa navegación participó como timonel Fortún Jiménez de Bertandoña, quien luego encabezó el amotinamiento de la tripulación, a consecuencia del cual ocurrió la muerte de Becerra y la huida hacia ninguno sabía dónde.

Obligado por los vientos, el buque de los alzados llegó casualmente a la bahía que después habría de tomar el nombre de Santa Cruz y más tarde el de La Paz, donde los fugitivos intentaron fundar una pequeña colonia que duró muy poco en virtud de los ataques aborígenes que les produjeron la muerte de una veintena de compañeros, incluida la de Fortún. Los que pudieron levaron anclas y arribaron a playas de la Nueva Galicia donde Nuño Beltrán secuestró la embarcación, apresó a sus ocupantes y se apropió de las perlas obtenidas en la nueva tierra.

A continuación fueron obligados éstos a dar relación de ella, en la que describieron abultadamente sus enormes riquezas y señalaron las optimistas perspectivas que ofrecía, de modo particular su pesquería de perlas.

Enterado de ello, don Hernando se dedicó a organizar una nueva incursión al Pacífico norte, que él mismo capitanearía, con los objetivos fundamentales de rescatar su barco, castigar el atropello de Guzmán y explorar en firme el lugar descubierto por los desertores de Becerra. “En todo caso, cualquiera que fuese la verdad sobre las intenciones del Conquistador, las perlas de California volvieron sus ojos hacia el norte.”

Enterada de este movimiento y sus fines, la Audiencia ordenó a Nuño que hiciese entrega de lo incautado y se mantuviera alejado por el peligro de un enfrentamiento.

El Conquistador marchó por tierra desde México con Andrés de Tapia y algunos hombres más, y el resto se embarcó en Tehuantepec rumbo a Sinaloa. El barco de los fugitivos se halló varado y en estado imposible para navegar. Parte del contingente y los bastimentos quedaron en Chiametla a cargo de Tapia, y la flota se dio al mar el 15 de abril de 1535.

Se tomó la ruta del noroeste y llegó el 3 de mayo siguiente al sitio donde un año y medio antes fueron muertos Jiménez y sus seguidores, al que Hernán Cortés dio el nombre de puerto y bahía de Santa Cruz, del cual tomó posesión en nombre del rey Carlos según puede leerse en el acta que fue levantada con ese motivo.

El aniversario 485 de ese acontecimiento habremos de celebrarlo a principios del mes próximo.

El 10 de abril de 1535 encontró a don Hernán Cortés y sus acompañantes en Chiametla (del náhuatl “lugar de chía”), de la provincia sinaloense, preparando la navegación al lugar del que tuvo noticias por las declaraciones de la gente de Fortún Jiménez que, luego de estar en aquel sitio, debieron abandonar por la mortal hostilidad de los nativos. Vayamos un poco a los antecedentes:

En su cuarta Carta de Relación, Cortés había comunicado al emperador tener informes de una isla situada en la mar del Sur; hacía mención de las amazonas, el oro y las perlas que ahí había, y le ofreció emprender su búsqueda en cuanto pudiese hacerlo.

A principios de 1528, cuando tenía en construcción cinco barcos, Cortés debió salir a España para defenderse de las acusaciones de sus enemigos y exigir la recompensa por sus afanes al servicio real. Durante los dos años que estuvo ausente, la Audiencia (máxima autoridad de la Nueva España), que presidía Nuño Beltrán de Guzmán (desde entonces enemigo enconado de Cortés y luego conquistador de la Nueva Galicia), mandó apresar al encargado del astillero, separar de los trabajos a los indios y secuestrar casi todos los materiales. El resto fue enseguida robado al punto de quedar nada más que los cascos que Cortés encontró a mediados de 1530, cuando traía consigo la licencia suficiente del imperio para continuar la exploración del Pacífico, el título de marqués del Valle de Oaxaca, el hábito de Santiago, el nombramiento de capitán general de la Nueva España y de la Mar del Sur, aparte de algunas propiedades en tierras.

Mas para el inicio de la siguiente etapa de sus planes en el océano fue menester recomenzar desde la base la tarea constructiva de buques.

Los tres primeros empeños fracasaron. El cuarto estuvo comandado por Diego Becerra, y en esa navegación participó como timonel Fortún Jiménez de Bertandoña, quien luego encabezó el amotinamiento de la tripulación, a consecuencia del cual ocurrió la muerte de Becerra y la huida hacia ninguno sabía dónde.

Obligado por los vientos, el buque de los alzados llegó casualmente a la bahía que después habría de tomar el nombre de Santa Cruz y más tarde el de La Paz, donde los fugitivos intentaron fundar una pequeña colonia que duró muy poco en virtud de los ataques aborígenes que les produjeron la muerte de una veintena de compañeros, incluida la de Fortún. Los que pudieron levaron anclas y arribaron a playas de la Nueva Galicia donde Nuño Beltrán secuestró la embarcación, apresó a sus ocupantes y se apropió de las perlas obtenidas en la nueva tierra.

A continuación fueron obligados éstos a dar relación de ella, en la que describieron abultadamente sus enormes riquezas y señalaron las optimistas perspectivas que ofrecía, de modo particular su pesquería de perlas.

Enterado de ello, don Hernando se dedicó a organizar una nueva incursión al Pacífico norte, que él mismo capitanearía, con los objetivos fundamentales de rescatar su barco, castigar el atropello de Guzmán y explorar en firme el lugar descubierto por los desertores de Becerra. “En todo caso, cualquiera que fuese la verdad sobre las intenciones del Conquistador, las perlas de California volvieron sus ojos hacia el norte.”

Enterada de este movimiento y sus fines, la Audiencia ordenó a Nuño que hiciese entrega de lo incautado y se mantuviera alejado por el peligro de un enfrentamiento.

El Conquistador marchó por tierra desde México con Andrés de Tapia y algunos hombres más, y el resto se embarcó en Tehuantepec rumbo a Sinaloa. El barco de los fugitivos se halló varado y en estado imposible para navegar. Parte del contingente y los bastimentos quedaron en Chiametla a cargo de Tapia, y la flota se dio al mar el 15 de abril de 1535.

Se tomó la ruta del noroeste y llegó el 3 de mayo siguiente al sitio donde un año y medio antes fueron muertos Jiménez y sus seguidores, al que Hernán Cortés dio el nombre de puerto y bahía de Santa Cruz, del cual tomó posesión en nombre del rey Carlos según puede leerse en el acta que fue levantada con ese motivo.

El aniversario 485 de ese acontecimiento habremos de celebrarlo a principios del mes próximo.