/ viernes 9 de abril de 2021

Dignificar la política

Este 4 de abril iniciamos una nueva etapa política cifrada en una campaña electoral, cuyo proceso desde un principio, nos ha dejado lecciones trascendentes no solo de sumas, sino también, de congruencia y compromiso ético y moral de una nueva forma de hacer política; una política de inclusión, de tolerancia, de fraternidad, de respeto en la diferencia, considerando que ninguno es más importante que todos juntos.

Entendemos que, sobre el legítimo derecho a las aspiraciones personales, debemos colocar los motivos de una causa, las convicciones, los principios, el deber ser, de tal suerte que podamos comprender y reconocer que estos procesos de suyo son complejos, en la búsqueda de los equilibrios con apego a las leyes en la materia.

En este sentido, la causa está determinada por la plataforma política de los partidos, los cuales, en un sistema como éste, luchan por el poder público para bien gobernar. Esa es la teoría. Sin embargo, en la praxis política, podemos advertir grandes diferencias en el comportamiento de quienes se asumen como miembros de estas organizaciones.

En nuestro movimiento, hemos hecho hincapié con sobrada insistencia, sobre la importancia de abrazar los fundamentos que animan e impulsan a la Cuarta Transformación de la vida pública del país, teniendo como premisas el no robar, no mentir y no traicionar al pueblo. No como mera consigna, sino como soporte ético para dignificar el quehacer político que renueve la confianza ciudadana en las instituciones, y por extensión, gobernar con todos y para todos.

En este tránsito, hemos constatado conductas ejemplares de quienes en los procesos de selección no fueron favorecidos; compañeras y compañeros que entendieron que, no es el puesto por el puesto, sino la causa, asumiendo el compromiso de seguir trabajando por el cambio verdadero; cambio verdadero que busca por encima de una vulgar ambición, instalar un proyecto alternativo que esté al servicio del pueblo, incorporando a todos los agentes económicos y sociales que son importantes para impulsar el crecimiento y el desarrollo con justicia y dignidad.

Por otra parte, no podemos soslayar que, efectivamente, hubo compañeras y compañeros que, aun comprometiéndose a respetar las reglas establecidas, decidieron libremente buscar otras opciones políticas, abandonando la causa de la Cuarta Transformación. Respetamos su decisión. Al respecto, afirmamos categóricamente que, en este proceso, Morena y el PT, son las únicas organizaciones que formalmente representan a la Cuarta Transformación en nuestro estado, una vez firmado el convenio de la Coalición “Juntos haremos historia en Baja California Sur”.

Todo lo anterior, no sorprende ni es ajeno a la construcción de la democracia; un proceso largo e inacabado y, para fortalecerlo, son necesarias la constancia, la tenacidad y la congruencia, abrazando un mínimo código de ética que responda a los valores intrínsecos de una forma de vida, más que a un acto formal de emisión del sufragio. Sólo así, se puede construir una sociedad donde los derechos civiles, políticos y sociales, puedan ser respetados en el marco del reconocimiento a la pluralidad y a la diversidad, fomentando y garantizando la coexistencia pacífica de los elementos que constituyen el tejido social.

En este contexto, hoy no estamos haciendo nada diferente, hemos vuelto a tomar la calle para caminar con el pueblo porque del pueblo venimos y del pueblo somos; hemos vuelto a caminar por las calles de nuestra ciudad, como lo hemos hecho en más de 40 años abrazando las luchas y las mejores causas del pueblo sudcaliforniano y del pueblo de México. Porque formamos parte de una generación que viene de lejos; una generación que se ha resistido a claudicar y mantiene izadas las banderas de la justicia y la esperanza de que sí es posible construir un mejor destino para nuestra tierra, donde nadie se quede atrás y nadie se quede afuera.

Éste es el sentido profundo de la Cuarta Transformación; no es la lucha encarnizada del “quítate tú para ponerme yo”. Se trata, en suma, de transformar la realidad donde quepamos todos, sin distinción de ninguna especie, pensando en el bienestar colectivo y la felicidad de un pueblo.

Donde la dignidad se haga costumbre, para combatir la corrupción, la frivolidad y la arrogancia de una clase política sólo preocupada por los intereses personales o de grupos, y por hacer negocios al amparo del poder público.

Donde la dignidad se haga costumbre, para trabajar con todos, y por el bien de todos, primero los pobres.

Este 4 de abril iniciamos una nueva etapa política cifrada en una campaña electoral, cuyo proceso desde un principio, nos ha dejado lecciones trascendentes no solo de sumas, sino también, de congruencia y compromiso ético y moral de una nueva forma de hacer política; una política de inclusión, de tolerancia, de fraternidad, de respeto en la diferencia, considerando que ninguno es más importante que todos juntos.

Entendemos que, sobre el legítimo derecho a las aspiraciones personales, debemos colocar los motivos de una causa, las convicciones, los principios, el deber ser, de tal suerte que podamos comprender y reconocer que estos procesos de suyo son complejos, en la búsqueda de los equilibrios con apego a las leyes en la materia.

En este sentido, la causa está determinada por la plataforma política de los partidos, los cuales, en un sistema como éste, luchan por el poder público para bien gobernar. Esa es la teoría. Sin embargo, en la praxis política, podemos advertir grandes diferencias en el comportamiento de quienes se asumen como miembros de estas organizaciones.

En nuestro movimiento, hemos hecho hincapié con sobrada insistencia, sobre la importancia de abrazar los fundamentos que animan e impulsan a la Cuarta Transformación de la vida pública del país, teniendo como premisas el no robar, no mentir y no traicionar al pueblo. No como mera consigna, sino como soporte ético para dignificar el quehacer político que renueve la confianza ciudadana en las instituciones, y por extensión, gobernar con todos y para todos.

En este tránsito, hemos constatado conductas ejemplares de quienes en los procesos de selección no fueron favorecidos; compañeras y compañeros que entendieron que, no es el puesto por el puesto, sino la causa, asumiendo el compromiso de seguir trabajando por el cambio verdadero; cambio verdadero que busca por encima de una vulgar ambición, instalar un proyecto alternativo que esté al servicio del pueblo, incorporando a todos los agentes económicos y sociales que son importantes para impulsar el crecimiento y el desarrollo con justicia y dignidad.

Por otra parte, no podemos soslayar que, efectivamente, hubo compañeras y compañeros que, aun comprometiéndose a respetar las reglas establecidas, decidieron libremente buscar otras opciones políticas, abandonando la causa de la Cuarta Transformación. Respetamos su decisión. Al respecto, afirmamos categóricamente que, en este proceso, Morena y el PT, son las únicas organizaciones que formalmente representan a la Cuarta Transformación en nuestro estado, una vez firmado el convenio de la Coalición “Juntos haremos historia en Baja California Sur”.

Todo lo anterior, no sorprende ni es ajeno a la construcción de la democracia; un proceso largo e inacabado y, para fortalecerlo, son necesarias la constancia, la tenacidad y la congruencia, abrazando un mínimo código de ética que responda a los valores intrínsecos de una forma de vida, más que a un acto formal de emisión del sufragio. Sólo así, se puede construir una sociedad donde los derechos civiles, políticos y sociales, puedan ser respetados en el marco del reconocimiento a la pluralidad y a la diversidad, fomentando y garantizando la coexistencia pacífica de los elementos que constituyen el tejido social.

En este contexto, hoy no estamos haciendo nada diferente, hemos vuelto a tomar la calle para caminar con el pueblo porque del pueblo venimos y del pueblo somos; hemos vuelto a caminar por las calles de nuestra ciudad, como lo hemos hecho en más de 40 años abrazando las luchas y las mejores causas del pueblo sudcaliforniano y del pueblo de México. Porque formamos parte de una generación que viene de lejos; una generación que se ha resistido a claudicar y mantiene izadas las banderas de la justicia y la esperanza de que sí es posible construir un mejor destino para nuestra tierra, donde nadie se quede atrás y nadie se quede afuera.

Éste es el sentido profundo de la Cuarta Transformación; no es la lucha encarnizada del “quítate tú para ponerme yo”. Se trata, en suma, de transformar la realidad donde quepamos todos, sin distinción de ninguna especie, pensando en el bienestar colectivo y la felicidad de un pueblo.

Donde la dignidad se haga costumbre, para combatir la corrupción, la frivolidad y la arrogancia de una clase política sólo preocupada por los intereses personales o de grupos, y por hacer negocios al amparo del poder público.

Donde la dignidad se haga costumbre, para trabajar con todos, y por el bien de todos, primero los pobres.