/ domingo 14 de febrero de 2021

De jubilados y desinformados

El cubrimiento oportuno y suficiente de las legítimas retribuciones del retiro a una población cada vez más longeva, sin duda ha debido (debe) innovar las estrategias de las instituciones pensionarias para preverlo sin que se llegue a menoscabar preocupantemente sus estados financieros.

Alguien cuyo nombre prefiero omitir, recientemente envió un tuit por demás ilustrativo de la manera de pensar y creer de gente evidentemente mal o poco informada.

“Acá los jubilados son una carga, son gente que está al vicio y no aportan nada al país, porque debemos de pagarle [Tal vez quiso decir ¿por qué debemos de pagarles?], tendríamos que quitarles ese beneficio, porque la gente humilde con niños lo necesitan más, la verdad [es que] los jubilados son un dolor de cabeza para mi presi querido… deberían desaparecer. Si ellos no trabajan viven encerrados en sus casas [;] a nosotros no nos sirve eso!! Chau [quizá “chao”] jubilaciones y más asignaciones!!” Y aparece la imagen de una chica veinteañera con un dedito coqueto en la mejilla, poco más abajo de un cráneo incuestionablemente hueco o con deformaciones mentales en verdad severas.

Esta pequeña debería saber que de ningún modo el gobierno tiene a su cargo el pago de las jubilaciones y pensiones, y mucho menos su presi querido, con dinero que en modo alguno es de su propiedad; ello se hace con recursos de las instancias (IMSS, ISSSTE, SAR, AFORE) que en el transcurso del desempeño laboral de cada trabajador hicieron a éste los descuentos de una previsora ley a sus salarios para formar un fondo capaz de subvenir a sus requerimientos básicos una vez en el justo retiro tras un luengo periodo de servicio a los demás.

Transcribo enseguida un texto que mi amiga Guillermina Sainz me hizo llegar de autor anónimo, que intenta responder al falso criterio de que los jubilados y pensionados son personas que sin mérito alguno viven de prear (saquear, robar) el erario nacional.

“¿Quien construyó este mundo en que ahora viven? A nosotros, los que hasta hace media hora dirigíamos fábricas, organizaciones, instituciones o éramos profesionales independientes, nos quieren tratar como que valemos nada por la edad.

Consulten con nosotros qué hacer, tenemos sabiduría, experiencia, sentido común. Somos los que hemos producido el capital y todo lo que tienen, tenemos menos miedo que ustedes, los más jóvenes. Y aún más: tenemos valores, ética y sentimientos reales.

No se equivoquen, a nuestra edad tenemos mucho para enseñar y ustedes mucho que aprender.

Ser mayor no es formar parte de una plaga. Es un derecho que nos ganamos con trabajo y el respeto de muchas personas y aún con más admiración hacia nosotros que ustedes. Y nuestro derecho es un legado nuestro, al que ustedes los jóvenes y dirigentes no querrán renunciar.

Somos la generación que sostiene a los que hoy están, sin que les haya costado nada. Así que no se confundan.”

Los adelantos científicos han mejorado las expectativas de vida al nacer. De acuerdo con información de la página web del INEGI, en México la esperanza de vida ha aumentado de modo considerable: en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; en 1970 este indicador se ubicó en 61; en 2000 fue de 74 y en 2019 es de 75 años. Las mujeres un poco más siempre.

El cubrimiento oportuno y suficiente de las legítimas retribuciones del retiro a una población cada vez más longeva, sin duda ha debido (debe) innovar las estrategias de las instituciones pensionarias para preverlo sin que se llegue a menoscabar preocupantemente sus estados financieros. ¿Cómo hacerlo? Ése es su trabajo, pero parece que en nuestro país ninguna alarma seria hay aún al respecto, a menos que a algún sátrapa se le antoje meter las manos en sus reservas.

Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y otras instituciones similares como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han expresado preocupaciones en este sentido; creen que la longevidad es un riesgo financiero y sugieren tomar medidas, entre ellas bajar el monto de las pensiones. Muchos regímenes han aumentado la edad de pensionarse a 65 años; otros han logrado fijarla sobre los 70 años, pero varios gobiernos lo han intentado sin éxito.

El caso de la chica citada en el primer párrafo de la presente nota, de ninguna manera es el único, y por ello es de creerse en la conveniencia de proporcionar información suficiente sobre este asunto a la población en general, para que deje de pensar que el gobierno “mantiene” a las personas que obtienen su jubilación al final de una larga trayectoria laboral.

Ellas son, eso sí, las que han mantenido –literalmente- funcionando y haciendo crecer a este país, más aún que los gobiernos mismos (algunos presididos por parásitos auténticos), que vienen a ser simples (y a veces pésimos) administradores de los recursos de que los provee el trabajo de los ciudadanos.

El cubrimiento oportuno y suficiente de las legítimas retribuciones del retiro a una población cada vez más longeva, sin duda ha debido (debe) innovar las estrategias de las instituciones pensionarias para preverlo sin que se llegue a menoscabar preocupantemente sus estados financieros.

Alguien cuyo nombre prefiero omitir, recientemente envió un tuit por demás ilustrativo de la manera de pensar y creer de gente evidentemente mal o poco informada.

“Acá los jubilados son una carga, son gente que está al vicio y no aportan nada al país, porque debemos de pagarle [Tal vez quiso decir ¿por qué debemos de pagarles?], tendríamos que quitarles ese beneficio, porque la gente humilde con niños lo necesitan más, la verdad [es que] los jubilados son un dolor de cabeza para mi presi querido… deberían desaparecer. Si ellos no trabajan viven encerrados en sus casas [;] a nosotros no nos sirve eso!! Chau [quizá “chao”] jubilaciones y más asignaciones!!” Y aparece la imagen de una chica veinteañera con un dedito coqueto en la mejilla, poco más abajo de un cráneo incuestionablemente hueco o con deformaciones mentales en verdad severas.

Esta pequeña debería saber que de ningún modo el gobierno tiene a su cargo el pago de las jubilaciones y pensiones, y mucho menos su presi querido, con dinero que en modo alguno es de su propiedad; ello se hace con recursos de las instancias (IMSS, ISSSTE, SAR, AFORE) que en el transcurso del desempeño laboral de cada trabajador hicieron a éste los descuentos de una previsora ley a sus salarios para formar un fondo capaz de subvenir a sus requerimientos básicos una vez en el justo retiro tras un luengo periodo de servicio a los demás.

Transcribo enseguida un texto que mi amiga Guillermina Sainz me hizo llegar de autor anónimo, que intenta responder al falso criterio de que los jubilados y pensionados son personas que sin mérito alguno viven de prear (saquear, robar) el erario nacional.

“¿Quien construyó este mundo en que ahora viven? A nosotros, los que hasta hace media hora dirigíamos fábricas, organizaciones, instituciones o éramos profesionales independientes, nos quieren tratar como que valemos nada por la edad.

Consulten con nosotros qué hacer, tenemos sabiduría, experiencia, sentido común. Somos los que hemos producido el capital y todo lo que tienen, tenemos menos miedo que ustedes, los más jóvenes. Y aún más: tenemos valores, ética y sentimientos reales.

No se equivoquen, a nuestra edad tenemos mucho para enseñar y ustedes mucho que aprender.

Ser mayor no es formar parte de una plaga. Es un derecho que nos ganamos con trabajo y el respeto de muchas personas y aún con más admiración hacia nosotros que ustedes. Y nuestro derecho es un legado nuestro, al que ustedes los jóvenes y dirigentes no querrán renunciar.

Somos la generación que sostiene a los que hoy están, sin que les haya costado nada. Así que no se confundan.”

Los adelantos científicos han mejorado las expectativas de vida al nacer. De acuerdo con información de la página web del INEGI, en México la esperanza de vida ha aumentado de modo considerable: en 1930 las personas vivían en promedio 34 años; en 1970 este indicador se ubicó en 61; en 2000 fue de 74 y en 2019 es de 75 años. Las mujeres un poco más siempre.

El cubrimiento oportuno y suficiente de las legítimas retribuciones del retiro a una población cada vez más longeva, sin duda ha debido (debe) innovar las estrategias de las instituciones pensionarias para preverlo sin que se llegue a menoscabar preocupantemente sus estados financieros. ¿Cómo hacerlo? Ése es su trabajo, pero parece que en nuestro país ninguna alarma seria hay aún al respecto, a menos que a algún sátrapa se le antoje meter las manos en sus reservas.

Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y otras instituciones similares como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han expresado preocupaciones en este sentido; creen que la longevidad es un riesgo financiero y sugieren tomar medidas, entre ellas bajar el monto de las pensiones. Muchos regímenes han aumentado la edad de pensionarse a 65 años; otros han logrado fijarla sobre los 70 años, pero varios gobiernos lo han intentado sin éxito.

El caso de la chica citada en el primer párrafo de la presente nota, de ninguna manera es el único, y por ello es de creerse en la conveniencia de proporcionar información suficiente sobre este asunto a la población en general, para que deje de pensar que el gobierno “mantiene” a las personas que obtienen su jubilación al final de una larga trayectoria laboral.

Ellas son, eso sí, las que han mantenido –literalmente- funcionando y haciendo crecer a este país, más aún que los gobiernos mismos (algunos presididos por parásitos auténticos), que vienen a ser simples (y a veces pésimos) administradores de los recursos de que los provee el trabajo de los ciudadanos.