/ miércoles 17 de junio de 2020

DE INSOMNIOS, “rarezas” Y VIGILIAS

Como a muchos les ha pasado en esta pandemia y todas las normalidades que esta ha traído, la noche de anoche no podía dormir y, no quedándome otra, yo mismo me arrullé para lograrlo. Me tomé en mis brazos, me miré a la cara, me di calma y poco a poco fui cerrando los ojos hasta que por fin caí.

No fue fácil. Vencer al insomnio no es fácil y menos lo es hoy si el tiempo, para bien o para mal, se nos alteró y de algunos meses a la fecha, las 24 horas del día no se pueden vivir de manera lineal como la mayoría lo suele o le daba por hacer.

¿Sí o no?

Es cierto: no le achacaremos todo al confinamiento pues los trastornos del sueño han existido siempre pero puede que se hayan acrecentado en número de personas debido a esto que nadie esperaba y que trae a medio mundo (o al mundo entero) de cabeza.

Con sus excepciones, las jornadas de trabajo se alteraron, los horarios para dormir ni se diga y los momentos para desayunar, comer y cenar- pensando en quien acostumbra o puede disfrutar de las tres comidas- también.

No es que sea uno muy rígido en mis actividades semanales como para decir que despertaba, cotidianamente, a las cinco de la mañana, con el fin de contemplar el amanecer y el brotar del sol o unas nubes tras aquellos cerros, y luego prepararme para correr al gym no sin antes disfrutar de una taza de café junto con la lectura del periódico y regresar a las dos horas, bañarnos y salir veloz a la oficina en la cual permanecemos encerrados hasta las tres de la tarde y ni un minuto más, a fin de regresar a casa, desaflojarme la corbata, ponerme unas cómodas pantuflas, en tanto se calienta la comida, comer, dormir siesta, regresar a entregar unos papeles y volver en la noche, medio ver las noticias de CNN en Español, tomar un vaso de leche tibia con miel de abeja y caer como un lirón .

No.

Pero eso no significa que nuestro trajinar no nos sujetara a una agenda o no implicara el cumplimiento de obligaciones profesionales y familiares , o tratar de comer en casa , hacer esto, lo otro y aquello , ocuparte en la dinámica abogadil y litigiosa que no es propiamente algo así como, ay, que relajado, con la salvedad de que lo de las horas son siempre más de ocho , y no usamos pantuflas, ni vemos CNN en Español, ni tomamos un vaso de leche tibia con miel de abeja ni caemos como un lirón ni como un koala ni cómo nadie porque el desvelo voluntaria o involuntaria de forma habitual está presente. .

Ahora, sin embargo, todo está como revuelto y no pocas veces la ansiedad acecha, toca a la puerta o te da de pellizcos cuando uno quiere echar la pestañada.

¿Sí o no?

Por ejemplo, puedo estar escribiendo esto a las tres o cuatro de la mañana porque de por sí soy una trasnochador de marca pero también porque los bostezos previos a entregarme a los brazos de Morfeo nada que llegaron, por más que vi una serie de televisión, un documental, una película mexicana de acción, me puse a ojear un libro de algebra lineal , salí al balcón para ver si por ahí venía ya el amanecer y el brotar del sol o unas nubes tras aquellos cerros pero todo fue en vano y entonces agarrando tinta y papel , me dispuse a escribir estas líneas que tratan de contar una experiencia de un noctámbulo y saber si ustedes viven o están viviendo durante el quédate en casa lo que estoy viviendo yo.

¿Sí o no?

Sí, ya tomé un baño con agua bien helada.

Y Valeriana, manzanilla, toronjil, hinojo,azahares, amapola de California, semillas de calabaza, jalea real, plátano triturado con comino en polvo, rábano con orégano, semillas de melón en aceite de olivo, y hojas de lechuga orejona .

¿ustedes también?

¿si o no?

Mientras la piensan y responden, me tomaré en mis brazos, me miraré a la cara, me daré calma y poco a poco iré cerrando los ojos hasta que caiga, por fin, dormido.

Como a muchos les ha pasado en esta pandemia y todas las normalidades que esta ha traído, la noche de anoche no podía dormir y, no quedándome otra, yo mismo me arrullé para lograrlo. Me tomé en mis brazos, me miré a la cara, me di calma y poco a poco fui cerrando los ojos hasta que por fin caí.

No fue fácil. Vencer al insomnio no es fácil y menos lo es hoy si el tiempo, para bien o para mal, se nos alteró y de algunos meses a la fecha, las 24 horas del día no se pueden vivir de manera lineal como la mayoría lo suele o le daba por hacer.

¿Sí o no?

Es cierto: no le achacaremos todo al confinamiento pues los trastornos del sueño han existido siempre pero puede que se hayan acrecentado en número de personas debido a esto que nadie esperaba y que trae a medio mundo (o al mundo entero) de cabeza.

Con sus excepciones, las jornadas de trabajo se alteraron, los horarios para dormir ni se diga y los momentos para desayunar, comer y cenar- pensando en quien acostumbra o puede disfrutar de las tres comidas- también.

No es que sea uno muy rígido en mis actividades semanales como para decir que despertaba, cotidianamente, a las cinco de la mañana, con el fin de contemplar el amanecer y el brotar del sol o unas nubes tras aquellos cerros, y luego prepararme para correr al gym no sin antes disfrutar de una taza de café junto con la lectura del periódico y regresar a las dos horas, bañarnos y salir veloz a la oficina en la cual permanecemos encerrados hasta las tres de la tarde y ni un minuto más, a fin de regresar a casa, desaflojarme la corbata, ponerme unas cómodas pantuflas, en tanto se calienta la comida, comer, dormir siesta, regresar a entregar unos papeles y volver en la noche, medio ver las noticias de CNN en Español, tomar un vaso de leche tibia con miel de abeja y caer como un lirón .

No.

Pero eso no significa que nuestro trajinar no nos sujetara a una agenda o no implicara el cumplimiento de obligaciones profesionales y familiares , o tratar de comer en casa , hacer esto, lo otro y aquello , ocuparte en la dinámica abogadil y litigiosa que no es propiamente algo así como, ay, que relajado, con la salvedad de que lo de las horas son siempre más de ocho , y no usamos pantuflas, ni vemos CNN en Español, ni tomamos un vaso de leche tibia con miel de abeja ni caemos como un lirón ni como un koala ni cómo nadie porque el desvelo voluntaria o involuntaria de forma habitual está presente. .

Ahora, sin embargo, todo está como revuelto y no pocas veces la ansiedad acecha, toca a la puerta o te da de pellizcos cuando uno quiere echar la pestañada.

¿Sí o no?

Por ejemplo, puedo estar escribiendo esto a las tres o cuatro de la mañana porque de por sí soy una trasnochador de marca pero también porque los bostezos previos a entregarme a los brazos de Morfeo nada que llegaron, por más que vi una serie de televisión, un documental, una película mexicana de acción, me puse a ojear un libro de algebra lineal , salí al balcón para ver si por ahí venía ya el amanecer y el brotar del sol o unas nubes tras aquellos cerros pero todo fue en vano y entonces agarrando tinta y papel , me dispuse a escribir estas líneas que tratan de contar una experiencia de un noctámbulo y saber si ustedes viven o están viviendo durante el quédate en casa lo que estoy viviendo yo.

¿Sí o no?

Sí, ya tomé un baño con agua bien helada.

Y Valeriana, manzanilla, toronjil, hinojo,azahares, amapola de California, semillas de calabaza, jalea real, plátano triturado con comino en polvo, rábano con orégano, semillas de melón en aceite de olivo, y hojas de lechuga orejona .

¿ustedes también?

¿si o no?

Mientras la piensan y responden, me tomaré en mis brazos, me miraré a la cara, me daré calma y poco a poco iré cerrando los ojos hasta que caiga, por fin, dormido.