/ domingo 27 de junio de 2021

De California Sur a fundar San Diego

Al cabo de setenta años de labor civilizadora, los jesuitas debieron salir de las Californias el 3 de febrero de 1768 a causa del decreto de Carlos III que expulsó a la Compañía de Jesús de todos los territorios y colonias de España.

Fueron reunidos y despedidos comedidamente en Loreto por el gobernador Gaspar de Portolá, con gran pesar de todos, nativos y españoles.

El 1 de abril siguiente llegó a la misma capital de las Californias el grupo de franciscanos encabezados por Junípero Serra, quienes pasaron a ocupar de inmediato las 15 misiones ex jesuíticas: Loreto, San José del Cabo, Santiago, Todos Santos, Los Dolores, San Luis Gonzaga, San Francisco Javier, San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, Mulegé, San Ignacio, Santa Gertrudis, San Francisco de Borja y Santa María de los Ángeles. Estas tres últimas en el actual estado de Baja California.

Tres meses más tarde llegó el visitador Joseph de Gálvez y se instaló en el real de minas de Santa Ana, al sur de La Paz, donde empezó a disponer radicales reformas administrativas; lo acompañaba el científico Joaquín Velázquez de León, comisionado para supervisar la presencia del astrónomo Jean-Baptiste Chappé d´ Auteroche, quien estaba en la zona con la finalidad de registrar el paso de Venus por el disco solar. Éste es otro asunto que tiene su historia particular.

Gálvez escribió desde aquí a Serra enterándolo de sus proyectos y pidiendo informes de las misiones.

El 31 de octubre llegó Serra a Santa Ana, y con Gálvez emprendió largas conferencias durante las cuales programaron la marcha a San Diego, en la Alta California, disponiéndose para ello de nativos, ganados, cosechas y objetos del culto de las misiones peninsulares, así como de pertenencias de Manuel de Ocio y Gaspar Pisón, empresarios mineros de Santa Ana, que a causa de estos préstamos forzosos –nunca recuperados- el estado general de la provincia se abatió aún más considerablemente.

La extensa lista de personas y cosas que habían sido producidas con tantos esfuerzos y privaciones durante tanto tiempo, y que ahora fueron extraídas impunemente sin resarcir el saqueo, están documentadas en recibos que levantó el capitán Fernando de Rivera, encargado de cumplir la predatoria orden, que se hallan en el Archivo General de la Nación, así como en el libro Cartas desde la península de California, de Francisco Palou, también franciscano:

“De dichas expediciones se siguió a las misiones no poco atraso, así como por lo que sacaron de ellas para las fundaciones de la nuevas, como para las mismas expediciones. En la otra carta dije a V. P. [vuestra paternidad] que el capitán [Fernando de Rivera y Moncada], por comisión de su ilustrísima [Gálvez], sacó de las misiones mulas, caballos, ganados y demás que le pareció conveniente, ejecutando lo mismo el señor gobernador, y dejando recibos de todo…”

(Estamos ahora en proceso de avalúo del costo actual de todos esos recursos para pasar la cuenta del adeudo a las instancias que correspondan.)

En compañía de Gálvez, Serra bendijo en La Paz, el 6 de enero de 1769, el paquebote San Carlos, que cuatro días después partió rumbo a los puertos de San Diego y Monterrey, en la Nueva California, y con igual destino levó anclas el 15 de febrero en cabo San Lucas el paquebote San Antonio.

Al mes de estos sucesos inició en Loreto la caminata comandada por el gobernador Portolá, y al poco tiempo la del grupo del padre Serra, que llegó a San Francisco Javier Vigeé-Biaundó donde Palou era ministro, a quien se le encomendaron las misiones peninsulares. Delante de ellos iba el capitán Rivera y Moncada recogiendo, según le ordenaron, insumos para los establecimientos que se proyectaba fundar en la California continental.

De abril a mayo de ese mismo 1769, fray Junípero estuvo en San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, San Ignacio, Santa Gertrudis y San

Francisco de Borja, y en Santa María alcanzó al gobernador.

El 14 de mayo quedó fundada la misión de San Fernando, única establecida por los franciscanos en la península, y hasta entonces la más norteña de las Californias.

El 20 de junio, el contingente expedicionario llegó al sitio que recibió el nombre de la Visitación de María Santísima, donde posteriormente habría de asentarse la ciudad de Ensenada.

Y el 1 de julio avistaron la bahía donde quedó fundada la misión de San Diego de Alcalá, primera en la Alta o Nueva California.

De ello se cumplirán 252 años el próximo jueves.

Al cabo de setenta años de labor civilizadora, los jesuitas debieron salir de las Californias el 3 de febrero de 1768 a causa del decreto de Carlos III que expulsó a la Compañía de Jesús de todos los territorios y colonias de España.

Fueron reunidos y despedidos comedidamente en Loreto por el gobernador Gaspar de Portolá, con gran pesar de todos, nativos y españoles.

El 1 de abril siguiente llegó a la misma capital de las Californias el grupo de franciscanos encabezados por Junípero Serra, quienes pasaron a ocupar de inmediato las 15 misiones ex jesuíticas: Loreto, San José del Cabo, Santiago, Todos Santos, Los Dolores, San Luis Gonzaga, San Francisco Javier, San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, Mulegé, San Ignacio, Santa Gertrudis, San Francisco de Borja y Santa María de los Ángeles. Estas tres últimas en el actual estado de Baja California.

Tres meses más tarde llegó el visitador Joseph de Gálvez y se instaló en el real de minas de Santa Ana, al sur de La Paz, donde empezó a disponer radicales reformas administrativas; lo acompañaba el científico Joaquín Velázquez de León, comisionado para supervisar la presencia del astrónomo Jean-Baptiste Chappé d´ Auteroche, quien estaba en la zona con la finalidad de registrar el paso de Venus por el disco solar. Éste es otro asunto que tiene su historia particular.

Gálvez escribió desde aquí a Serra enterándolo de sus proyectos y pidiendo informes de las misiones.

El 31 de octubre llegó Serra a Santa Ana, y con Gálvez emprendió largas conferencias durante las cuales programaron la marcha a San Diego, en la Alta California, disponiéndose para ello de nativos, ganados, cosechas y objetos del culto de las misiones peninsulares, así como de pertenencias de Manuel de Ocio y Gaspar Pisón, empresarios mineros de Santa Ana, que a causa de estos préstamos forzosos –nunca recuperados- el estado general de la provincia se abatió aún más considerablemente.

La extensa lista de personas y cosas que habían sido producidas con tantos esfuerzos y privaciones durante tanto tiempo, y que ahora fueron extraídas impunemente sin resarcir el saqueo, están documentadas en recibos que levantó el capitán Fernando de Rivera, encargado de cumplir la predatoria orden, que se hallan en el Archivo General de la Nación, así como en el libro Cartas desde la península de California, de Francisco Palou, también franciscano:

“De dichas expediciones se siguió a las misiones no poco atraso, así como por lo que sacaron de ellas para las fundaciones de la nuevas, como para las mismas expediciones. En la otra carta dije a V. P. [vuestra paternidad] que el capitán [Fernando de Rivera y Moncada], por comisión de su ilustrísima [Gálvez], sacó de las misiones mulas, caballos, ganados y demás que le pareció conveniente, ejecutando lo mismo el señor gobernador, y dejando recibos de todo…”

(Estamos ahora en proceso de avalúo del costo actual de todos esos recursos para pasar la cuenta del adeudo a las instancias que correspondan.)

En compañía de Gálvez, Serra bendijo en La Paz, el 6 de enero de 1769, el paquebote San Carlos, que cuatro días después partió rumbo a los puertos de San Diego y Monterrey, en la Nueva California, y con igual destino levó anclas el 15 de febrero en cabo San Lucas el paquebote San Antonio.

Al mes de estos sucesos inició en Loreto la caminata comandada por el gobernador Portolá, y al poco tiempo la del grupo del padre Serra, que llegó a San Francisco Javier Vigeé-Biaundó donde Palou era ministro, a quien se le encomendaron las misiones peninsulares. Delante de ellos iba el capitán Rivera y Moncada recogiendo, según le ordenaron, insumos para los establecimientos que se proyectaba fundar en la California continental.

De abril a mayo de ese mismo 1769, fray Junípero estuvo en San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, San Ignacio, Santa Gertrudis y San

Francisco de Borja, y en Santa María alcanzó al gobernador.

El 14 de mayo quedó fundada la misión de San Fernando, única establecida por los franciscanos en la península, y hasta entonces la más norteña de las Californias.

El 20 de junio, el contingente expedicionario llegó al sitio que recibió el nombre de la Visitación de María Santísima, donde posteriormente habría de asentarse la ciudad de Ensenada.

Y el 1 de julio avistaron la bahía donde quedó fundada la misión de San Diego de Alcalá, primera en la Alta o Nueva California.

De ello se cumplirán 252 años el próximo jueves.