Hace 26 años, en el mes de septiembre de 1998, en el viejo calendario electoral, la historia política de Baja California Sur empezaba a dar un giro de 180 grados, tiempo en el que se gestaron los procesos de alternancia política que en los últimos 25 años se han presentado en la entidad.
El domingo 20 de septiembre de 1998 el Partido Revolucionario Institucional, hegemónico durante 24 años en el estado, realizaba la consulta a la base militante para elegir candidato al Gobierno del Estado para las elecciones generales de febrero de 1999, en un hecho insólito en la vida política sudcaliforniana, y que viejos políticos priistas alertaban sobre un inminente rompimiento.
Llegaban a la consulta interna Leonel Cota Montaño, Antonio Manríquez Guluarte, José Antonio Valdivia y Mario Vargas Aguiar, los cuatro en su momento habían pasado la prueba de las urnas y tenían todas las condecoraciones que se podían obtener en una carrera política priista. Los mejores cuadros que se habían formado iban a una dura competencia interna que no presagiaba cosas buenas para los tricolores, la opinión pública de aquellos años lo señalaba.
El escenario político estaba puesto para un choque de trenes, y el tricolor era una olla a punto de explotar, tal como sucedió a partir de los últimos minutos del 20 de septiembre de aquel año al conocerse los primeros resultados.
A final de cuentas se enfrentaban dos modelos de ejercicio de la política dentro del PRI; el de las élites burocráticas representado por Antonio Manríquez y el de las estructuras de movilización, sindicatos, organizaciones, gremios, representado por Leonel Cota, que sumaba también al descontento social con los gobiernos tricolores; en términos prácticos, la estructura de movilización siempre había hecho ganar a la élite, y como dijeran en su momento: Robín se cansó de ser Robín y le quitó el Batimovil a Batman y ahora fue Batman y le tocó manejar el auto.
En este Contexto, luego de la votación de más de 80 mil personas, Manríquez gana la consulta, Leonel en segundo, Valdivia en tercero y en un lejano cuarto lugar Mario Vargas; los tres primeros quedan con escasa diferencia, prácticamente en tercios, pero la ayudadita oficial a Manríquez desató la desbandada de priistas encabezados por Leonel Cota para días después aliado con valdivistas conformar la Coalición Democrática y del Trabajo compuesta por PRD y PT, que dirigían nacionalmente Andrés Manuel López Obrador y Alberto Anaya respectivamente, para irse a una campaña electoral que cimbró políticamente a Baja California Sur.
A partir de aquel tiempo el PRI pierde y concluyen 24 años de hegemonía política, e iniciaban las alternancias políticas.
Las elecciones generales de 1993 habían dado el aviso de que la imposición de candidatos era mala consejera, y aquel 7 de febrero de 1993, el PRI rescata la gubernatura con 5 mil votos de diferencia, pero la enseñanza política era mucho más grande que la diferencia en votos: imponer es sinónimo de perder.
Tuve la gran oportunidad de estar presente en la totalidad de las dos campañas, la 92-93 y la 98-99, en la primera los mecanismos de coptación del PRI estaban dejando de funcionar, cuando estructuras completas en 92-93 apoyaron a los candidatos del PAN que semanas atrás eran priistas como el caso de Alfredo Martínez en Comondú.
La campaña 98-99, la del rompimiento concluyó con un pueblo desbordado a favor del PRD-PT que movilizado ponía fin a 24 años de poder del PRI.
Es mucho lo que se puede y debe escribir de esta etapa de la historia del pueblo sudcaliforniano, quienes fueron actores tienen el deber moral de hacerlo para que esta etapa de la vida política nuestro estado nunca se olvide.