El pasado 2 de agosto dejó de existir en Guadalajara, Jalisco, el profesor Armando Trasviña Taylor (1933-2024), un sudcaliforniano con profundas raíces en la tierra a la que durante muchos años le escribió en lo relativo a su historia, su naturaleza, las letras, la cultura y la política.
Armando Trasviña Taylor se va físicamente, pero indudablemente deja a la sociedad de Baja California Sur un importante legado en la docencia, las letras y la política de nuestra Patria Chica.
El profe Armando como le llamaron por igual amigos, así como centenares de sus alumnos en la Benemérita Escuela Normal Urbana en esta capital, en su etapa de formador de maestros entre 1959 y 1967, fue un reconocido líder académico en lo que en aquellos tiempos era la máxima casa de estudios en el entonces Territorio, reconocimiento que también se ganó en otras instituciones educativas paceñas en las que tuvo la oportunidad de formar jóvenes paceños.
En lo relativo a las letras es mucho lo que se puede escribir sobre su obra que afortunadamente en la forma en que la presentó a lo largo de muchos años fue accesible en todos los sentidos para los lectores; el tema central que siempre lo apasionó al momento de escribir fue Baja California Sur en sus más diversas facetas.
En lo político, con la llegada del gobierno de Hugo Cervantes del Río en 1965, Armando Trasviña es invitado a colaborar en la administración que inició la década de transición política en Baja California Sur, pero rechazó la invitación en varias ocasiones, el motivo era muy sencillo: había sido integrante del Frente de Unificación Sudcaliforniana (FUS) en sus espacios de dirección, y el compromiso de los integrantes del FUS era que al triunfar el movimiento nadie de quienes estuvieron en la toma de decisiones aceptaría un cargo público.
Es hasta 1967, tras reiteradas invitaciones de Cervantes del Río y de ser animado por actores políticos locales que acepta ser director general de la recién creada Dirección de Acción Social Cívica y Cultural del Gobierno del Territorio de Baja California Sur.
En una prolongada entrevista que tuve la oportunidad de realizarle en 2013, me confesó que fue un paso difícil el que tuvo que dar al aceptar la responsabilidad.
La entrada al gobierno cervantista en 1967 fue el inicio de una carrera política que duraría más de 30 años, que lo llevó a ser dirigente del PRI territorial, diputado constituyente y presidente del Congreso Constituyente, oficial mayor de Gobierno entre 1975 y 1979, diputado federal 1979-1982, Senador de la República 1982-1988, para después desempeñarse como asesor del Gobernador del Estado y subsecretario de Bienestar Social.
Cuando en el año de 2013 el profe Armando cumplió 80 años de vida, el Congreso del Estado a iniciativa de un grupo de maestros y de la entonces presidenta de la Mesa Directiva, Adela González Moreno, quien fuera su alumna en la Normal Urbana, promovieron un reconocimiento por sus años de servicio a Baja California Sur.
Profesores como Francisco López Gutiérrez, Eligio Moisés Coronado, Jesús Murillo Aguilar, Leonardo Reyes Silva, entre otros, promovieron la edición de una revista con una serie de artículos en los que se resalta la trayectoria del ameritado maestro.
En aquel entonces tuve la oportunidad de platicar un largo tiempo con él en una entrevista que fue publicada en noviembre de 2013 por el Congreso del Estado, y que es un testimonio importante de la vida de Armando Trasviña Taylor, pero igual, de una parte de la historia de esta tierra.
No se autodefine como político, porque sencillamente no lo fue en el sentido estricto; su forma de ser, su humanismo, no encaja en el perfil de un político como lo conocemos.
Él se abrió espacios en el tiempo de la gran familia sudcaliforniana militante tricolor de hace 50 años o más, y las circunstancias se le presentaron de diversas maneras, como lo señala en la charla de hace 11 años.
Coincidentemente el profesor Armando Trasviña Taylor deja de existir cuando Baja California Sur arriba a sus 50 años como entidad federativa, un proceso social y político que vivió muy de cerca, al cual aportó mucho, y fue uno de los sudcalifornianos de buena fe que puso bases para la construcción del Estado que hoy somos.