/ miércoles 27 de octubre de 2021

Colón y Cortés, descubridores

En su libro “Bartolomé de las Casas” Bernat Hernández dice que en el siglo XX tuvo aceptación “una forma distinta de escribir la historia, una que, omitiendo la intervención de actores personales, ponía el acento en el análisis de estructuras económicas y demográficas de la sociedad o en la descripción de las condiciones geográficas y climáticas del territorio”

Y continúa diciendo “Pero muchos son los signos de que esta fuente antes tan copiosa, ha quedado enteramente exhausta y de que conviene ensayar una aproximación de los hechos del pasado que tome en consideración la influencia de determinadas individualidades y de sus comportamientos paradigmáticos. Se trata de recuperar la perspectiva del Ethos personal en la explicación histórica”

La semana pasada leí un artículo relacionado con Cristóbal Colón y Hernán Cortés escrito por el historiador Carlos Lazcano Sahagún. Los dos—afirma—fueron descubridores, el primero de un continente y el segundo de un imperio indígena dueño de una cultura extraordinaria.

Opiniones contrarias dicen que no fueron descubridores, sino más bien fue un encuentro entre dos mundos, tratando de restarle méritos a esas hazañas, Y es que el acto de descubrir significa hallar lo que estaba escondido o ignorado, sobre todo cuando se trata de las tierras o mares desconocidos.

Cuando Cristóbal Colón descubrió las islas de las Antillas y después en su cuarto viaje recorrió las costas de Costa Rica, Nicaragua y Honduras e incluso tomó posesión de ellas, su propósito inicial fue dar a conocer al mundo las nuevas tierras pobladas de indígenas y las riquezas que encontraron.

Lo mismo sucedió con la expedición de Hernán Cortés cuando se adentró en las tierras de lo que hoy es nuestro país y pudo dar noticias a través de sus Cartas de Relación del vasto territorio que iba descubriendo.

A Colón y Cortés la historia los recuerda a través de innumerables libros y ensayos. Sus vidas llenas de altibajos han merecido la atención de prestigiados historiadores que describen en detalle sus biografías y hechos más significativos.

Ahora que se mantiene una campaña de desagravio hacia los indígenas del continente culpando a los españoles de victimarios, sería bueno, como lo dice Javier Esparza en su libro “La cruzada del océano”, que “la conquista española de América es una de las mayores gestas jamás escritas por pueblo alguno. Lo es por el desafío físico, material, de dominar un territorio tan inmenso. Pero lo es, sobre todo, por los rasgos civilizadores que la conquista trajo consigo.

El libro de Esparza cuenta el descubrimiento, exploración, conquista y población de América desde el primer viaje de Colón en 1492, hasta la culminación de las grandes conquistas y exploraciones. Afirma que el libro aporta ante todo “la voluntad de reconocer la conquista en su justa dimensión. Además, la determinación de escapar, tanto de las leyendas rosas como de las leyendas negras, porque tanto unas como otras no son sino distorsiones de la realidad.

La cruzada del océano fue propiamente una conquista, es decir, una operación de dominio, de poder, y en su crónica surgen inevitablemente los mismos episodios de violencia, depredación y guerra que en cualquier otra conquista de cuantas la historia conoce.

Este libro como otros, dimensiona la importancia del descubrimiento y conquista de América lo que, por otro lado, tuvo la misión de convertir a la fe católica a pueblos que vivían al margen de ella. Fue por eso que junto a la evangelización se prohibió la esclavitud, la protección legal de los indígenas y el mestizaje. El resultado, --dice Javier Esparza-- de todo eso fue un mundo nuevo, un mundo que ya no era en de la cultura amerindia, pero tampoco era una España ultramarina, porque la América muy pronto tuvo su singular personalidad.

Esparza habla de Cristóbal Colón, Magallanes, Pizarro, Hernán Cortés. Al mencionar a este último incluye un capítulo dedicado a California y su descubrimiento. Tal como lo hizo últimamente Carlos Lazcano en su libro “La Bahía de Santa Cruz. Cortés en California”.

En su libro “Bartolomé de las Casas” Bernat Hernández dice que en el siglo XX tuvo aceptación “una forma distinta de escribir la historia, una que, omitiendo la intervención de actores personales, ponía el acento en el análisis de estructuras económicas y demográficas de la sociedad o en la descripción de las condiciones geográficas y climáticas del territorio”

Y continúa diciendo “Pero muchos son los signos de que esta fuente antes tan copiosa, ha quedado enteramente exhausta y de que conviene ensayar una aproximación de los hechos del pasado que tome en consideración la influencia de determinadas individualidades y de sus comportamientos paradigmáticos. Se trata de recuperar la perspectiva del Ethos personal en la explicación histórica”

La semana pasada leí un artículo relacionado con Cristóbal Colón y Hernán Cortés escrito por el historiador Carlos Lazcano Sahagún. Los dos—afirma—fueron descubridores, el primero de un continente y el segundo de un imperio indígena dueño de una cultura extraordinaria.

Opiniones contrarias dicen que no fueron descubridores, sino más bien fue un encuentro entre dos mundos, tratando de restarle méritos a esas hazañas, Y es que el acto de descubrir significa hallar lo que estaba escondido o ignorado, sobre todo cuando se trata de las tierras o mares desconocidos.

Cuando Cristóbal Colón descubrió las islas de las Antillas y después en su cuarto viaje recorrió las costas de Costa Rica, Nicaragua y Honduras e incluso tomó posesión de ellas, su propósito inicial fue dar a conocer al mundo las nuevas tierras pobladas de indígenas y las riquezas que encontraron.

Lo mismo sucedió con la expedición de Hernán Cortés cuando se adentró en las tierras de lo que hoy es nuestro país y pudo dar noticias a través de sus Cartas de Relación del vasto territorio que iba descubriendo.

A Colón y Cortés la historia los recuerda a través de innumerables libros y ensayos. Sus vidas llenas de altibajos han merecido la atención de prestigiados historiadores que describen en detalle sus biografías y hechos más significativos.

Ahora que se mantiene una campaña de desagravio hacia los indígenas del continente culpando a los españoles de victimarios, sería bueno, como lo dice Javier Esparza en su libro “La cruzada del océano”, que “la conquista española de América es una de las mayores gestas jamás escritas por pueblo alguno. Lo es por el desafío físico, material, de dominar un territorio tan inmenso. Pero lo es, sobre todo, por los rasgos civilizadores que la conquista trajo consigo.

El libro de Esparza cuenta el descubrimiento, exploración, conquista y población de América desde el primer viaje de Colón en 1492, hasta la culminación de las grandes conquistas y exploraciones. Afirma que el libro aporta ante todo “la voluntad de reconocer la conquista en su justa dimensión. Además, la determinación de escapar, tanto de las leyendas rosas como de las leyendas negras, porque tanto unas como otras no son sino distorsiones de la realidad.

La cruzada del océano fue propiamente una conquista, es decir, una operación de dominio, de poder, y en su crónica surgen inevitablemente los mismos episodios de violencia, depredación y guerra que en cualquier otra conquista de cuantas la historia conoce.

Este libro como otros, dimensiona la importancia del descubrimiento y conquista de América lo que, por otro lado, tuvo la misión de convertir a la fe católica a pueblos que vivían al margen de ella. Fue por eso que junto a la evangelización se prohibió la esclavitud, la protección legal de los indígenas y el mestizaje. El resultado, --dice Javier Esparza-- de todo eso fue un mundo nuevo, un mundo que ya no era en de la cultura amerindia, pero tampoco era una España ultramarina, porque la América muy pronto tuvo su singular personalidad.

Esparza habla de Cristóbal Colón, Magallanes, Pizarro, Hernán Cortés. Al mencionar a este último incluye un capítulo dedicado a California y su descubrimiento. Tal como lo hizo últimamente Carlos Lazcano en su libro “La Bahía de Santa Cruz. Cortés en California”.

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