/ martes 22 de junio de 2021

Carpe diem

Uno está aprendiendo siempre. Aprendemos sobre una palabra, una ciudad, un error, una decepción, una ciudad, un día horrendo o una noche maravillosa. Porque somos el momento.

Aprendemos de nuestros padres, del maestro o la maestra que te tocó en el primer grado de primaria ,del amigo o amiga, de ese niño, de aquella joven, de ese hombre que yace durmiendo la mona atravesado en esa barqueta porque hasta ahí llegó.

No nos damos cuenta porque solemos etiquetar a las personas y creemos que uno si nos dejan algo en cuestión de aprendizaje y otros no .

Pensamos, además, que lo único aprendible es lo que ,según nuestra visión del mundo , nos deja algo bueno, pero vaya usted a saber qué diablos significa eso.

Lo malo, en cambio, hay que hacerlo a un lado porque no nos enseña nada y , luego de darle vuelta a la página, hay que seguir buscando vivencias ejemplares , para admirarnos , con los ojos llorosos y las manos en la cara y aprender de ellas.

Siempre estamos esperando, sin ver que todo está en el presente y hay que vivirlo . Hay sucesos predecibles ,es verdad, pero otros llegan, como de pronto, así, nada de avisos o un memorandum de dios o el destino o lo que sea , para que estemos a la expectativa y podamos recibirlos con fervor o con una barricada, un portento o con un valla de granaderos para contener el ramalazo y ni modo , ya están aquí y lo que sigue es aguantar el temporal.

Es decir, querramos o no, la vida y sus contrastes, está ahora, no el día que querramos, o el otro mes o al año siguiente, previo listado de planes que, la mayoría de las veces, nunca cumplimos.

Yo vivo, tú vives, él vive, vosotros viváis y la recompensa es la mismísima vida y sus aprendizajes. Claro, al decirles que eso implica también ser anfitrión de las desdichas, no significa que seamos masoquistas, físicos o emocionales y que vibremos de placer al recibir un elotazo en la cabeza o porque nos resbalamos en el baño con una gastita de jabón y caímos de coxis o porque nos arrebató un perro y nos mordió un tobillo .

No. Para nada. Pero llega a suceder y no es necesariamente el presagio que anuncia nuestro final. Eso lo sabemos más adelante, cuando esa racha de infortunios termina y que siguimos vivos, en el mismo lugar y con la misma gente.

Dicho de otro modo: aprendimos que somos resilientes y que podemos aguantar eso y mas. Aprendimos también que la clave está en coger al presente por los cuernos, enfrentándolo, a cambio de no prolongar la incertidumbre y de esa manera salir en hombros no si antes haber cortado las dos orejas y el rabo.

Eso derrumba la equivocada teoría que refería al inicio y que se aferra a pensar que lo único aprendible es lo que ,según nuestra visión del mundo , nos deja algo bueno, y lo malo, en cambio, hay que hacerlo a un lado porque no nos enseña nada.

Ese credo o procesión, tiene una fuerte carga moralista o prejuiciosa . Aparte, es un tanto discriminatoria y, si me apuran, diré, para rematar, que es hipócrita.

Sí, porque nadie puede autocertificarse para ser el vigía del comportamiento del otro , decretando que es lo bueno, que es lo malo, y proscribirle al resto de la sociedad, del grupo, de la familia, de la comunidad o del país, que venere una cosa y reproche otra.

Eso nos paraliza o nos activa ,si es que carecemos de un libre pensamiento y de una voz propia , con los cual se castra nuestro albedrío y estamos a expensas de un ventrílocuo social que habla por el resto desde él, para él, con las creencias de él y al ritmo de éĺ.

No estamos en el hoy ,sino en lo que mañana ,temprano, él diga . Mientras tanto hay que esperar, no vaya a ser que , por "adelantadito " solo vea y aprenda cosas " malas".

Entonces nos paralizamos y no cosechamos el día, en el sentido de aprovechar el tiempo y no malgastarlo. Porque estamos distraídos , pensándola mucho , y deshojando una margarita para saber , por fin , es cierto que ,con música ,la luna se desvela y al sol se le hace tarde pa´ salir.

Camina siempre por la vida como si tuvieses algo nuevo que aprender y lo harás, dijo Vernon Howard y me cae que este filósofo tenía harta razón.

Ven : ya aprendí otra cosa.

Así es esto. Somos el presente si es queremos.

Pero hay que aprenderlo y aprehenderlo.

Por cierto: recuerdo cuando escuche por vez primera, la palabra procrastinar.

Se la escuché a mi amiga Bertha Llanes que, ahora me acuerdo, hace unos días cumplió años y no la felicité. Aquí lo hago.

¿Qué es procrastinar? le pregunté...pero sobre ella y lo que me respondió, en otra ocasión les cuento.

Recuerden y apréndanselo: el secreto de la felicidad es "Sólo por hoy" y "un día a la vez"

Si me entendieron, brindemos por ello y que se nos alegre ese corazón.

¡Salud!

Uno está aprendiendo siempre. Aprendemos sobre una palabra, una ciudad, un error, una decepción, una ciudad, un día horrendo o una noche maravillosa. Porque somos el momento.

Aprendemos de nuestros padres, del maestro o la maestra que te tocó en el primer grado de primaria ,del amigo o amiga, de ese niño, de aquella joven, de ese hombre que yace durmiendo la mona atravesado en esa barqueta porque hasta ahí llegó.

No nos damos cuenta porque solemos etiquetar a las personas y creemos que uno si nos dejan algo en cuestión de aprendizaje y otros no .

Pensamos, además, que lo único aprendible es lo que ,según nuestra visión del mundo , nos deja algo bueno, pero vaya usted a saber qué diablos significa eso.

Lo malo, en cambio, hay que hacerlo a un lado porque no nos enseña nada y , luego de darle vuelta a la página, hay que seguir buscando vivencias ejemplares , para admirarnos , con los ojos llorosos y las manos en la cara y aprender de ellas.

Siempre estamos esperando, sin ver que todo está en el presente y hay que vivirlo . Hay sucesos predecibles ,es verdad, pero otros llegan, como de pronto, así, nada de avisos o un memorandum de dios o el destino o lo que sea , para que estemos a la expectativa y podamos recibirlos con fervor o con una barricada, un portento o con un valla de granaderos para contener el ramalazo y ni modo , ya están aquí y lo que sigue es aguantar el temporal.

Es decir, querramos o no, la vida y sus contrastes, está ahora, no el día que querramos, o el otro mes o al año siguiente, previo listado de planes que, la mayoría de las veces, nunca cumplimos.

Yo vivo, tú vives, él vive, vosotros viváis y la recompensa es la mismísima vida y sus aprendizajes. Claro, al decirles que eso implica también ser anfitrión de las desdichas, no significa que seamos masoquistas, físicos o emocionales y que vibremos de placer al recibir un elotazo en la cabeza o porque nos resbalamos en el baño con una gastita de jabón y caímos de coxis o porque nos arrebató un perro y nos mordió un tobillo .

No. Para nada. Pero llega a suceder y no es necesariamente el presagio que anuncia nuestro final. Eso lo sabemos más adelante, cuando esa racha de infortunios termina y que siguimos vivos, en el mismo lugar y con la misma gente.

Dicho de otro modo: aprendimos que somos resilientes y que podemos aguantar eso y mas. Aprendimos también que la clave está en coger al presente por los cuernos, enfrentándolo, a cambio de no prolongar la incertidumbre y de esa manera salir en hombros no si antes haber cortado las dos orejas y el rabo.

Eso derrumba la equivocada teoría que refería al inicio y que se aferra a pensar que lo único aprendible es lo que ,según nuestra visión del mundo , nos deja algo bueno, y lo malo, en cambio, hay que hacerlo a un lado porque no nos enseña nada.

Ese credo o procesión, tiene una fuerte carga moralista o prejuiciosa . Aparte, es un tanto discriminatoria y, si me apuran, diré, para rematar, que es hipócrita.

Sí, porque nadie puede autocertificarse para ser el vigía del comportamiento del otro , decretando que es lo bueno, que es lo malo, y proscribirle al resto de la sociedad, del grupo, de la familia, de la comunidad o del país, que venere una cosa y reproche otra.

Eso nos paraliza o nos activa ,si es que carecemos de un libre pensamiento y de una voz propia , con los cual se castra nuestro albedrío y estamos a expensas de un ventrílocuo social que habla por el resto desde él, para él, con las creencias de él y al ritmo de éĺ.

No estamos en el hoy ,sino en lo que mañana ,temprano, él diga . Mientras tanto hay que esperar, no vaya a ser que , por "adelantadito " solo vea y aprenda cosas " malas".

Entonces nos paralizamos y no cosechamos el día, en el sentido de aprovechar el tiempo y no malgastarlo. Porque estamos distraídos , pensándola mucho , y deshojando una margarita para saber , por fin , es cierto que ,con música ,la luna se desvela y al sol se le hace tarde pa´ salir.

Camina siempre por la vida como si tuvieses algo nuevo que aprender y lo harás, dijo Vernon Howard y me cae que este filósofo tenía harta razón.

Ven : ya aprendí otra cosa.

Así es esto. Somos el presente si es queremos.

Pero hay que aprenderlo y aprehenderlo.

Por cierto: recuerdo cuando escuche por vez primera, la palabra procrastinar.

Se la escuché a mi amiga Bertha Llanes que, ahora me acuerdo, hace unos días cumplió años y no la felicité. Aquí lo hago.

¿Qué es procrastinar? le pregunté...pero sobre ella y lo que me respondió, en otra ocasión les cuento.

Recuerden y apréndanselo: el secreto de la felicidad es "Sólo por hoy" y "un día a la vez"

Si me entendieron, brindemos por ello y que se nos alegre ese corazón.

¡Salud!