/ domingo 5 de julio de 2020

California según el pirata Rogers (Última de dos partes)

Sobre el cabo de San Lucas, al que llama adecuadamente California, el corsario inglés Woodes Rogers comenta que nada vieron en materia de muebles o utensilios entre los nativos.

Agrega que “Subsistieron principalmente de peces mientras estuvimos aquí, que aunado a la miseria de sus chozas, que parece que sólo fueron hechas por un tiempo, nos hizo concluir que no tenían habitaciones fijas aquí, y lo que sea que tengan está en otro lugar, y que ésta era su temporada de pesca.”

“No vimos redes o ganchos –agrega-, sino instrumentos de madera, con los que golpean al pez con mucha destreza y se sumergen de manera admirable. Algunos de nuestros marineros me dijeron que vieron a uno de ellos sumergirse con su instrumento, y mientras él estaba debajo del agua colocó su ariete con un pez en la punta, que fue quitado por otro observado por él en el tronco de una barcaza.”

Advierte que “El lector puede creer de esto lo que le agrade, pero le doy más crédito porque yo mismo arrojé algunos cuchillos oxidados por la borda, con el propósito de probar a esos buzos, que rara vez fallaban el atrapar un cuchillo antes de que pudiera hundirse alrededor de 3 o 4 brazas, lo cual tomé como prueba extraordinaria de su agilidad.”

Respecto a sus hábitos alimentarios dice: “En lugar de pan usaban una pequeña semilla negra que molieron con piedras y se la comieron a puñados; algunos de nuestros hombres espesaron su caldo con ella y dicen que sabe a café. Tienen algunas raíces que comen como ñame, una especie de semillas que crecen en arbustos y saben a chícharos, una baya que se parece a los de la hiedra y, estando en el fuego, se comen como chícharos secos.”

De la pitahaya, expresa: “Tienen otro como una grosella grande, con una pulpa blanca agria y grano; a este tipo de fruta parecen valorar mucho. También tienen una fruta que crece en el nopal, sabe a grosellas y hace buena salsa. Tienen muchas otras semillas y plantas desconocidas para nosotros, pero no estaba en condiciones de ver o describirlas.”

En otro orden de cosas hace saber que “Parecen tener una temporada de caza por las pieles de los ciervos que vimos entre ellos.

De cierta clase de autoridad: “dieron una especie de tributo a un hombre cuya cabeza estaba adornada con plumas hechas en forma de gorra. En otro respecto parecen tener todas las cosas en común, porque cuando intercambiaron pescado con nosotros por viejos cuchillos, de los cuales teníamos mucho, se los repartían entre ellos, y después de que tuvieron suficiente ya no obtuvimos pescado de ellos. Parecen estar muy ociosos y parece no importarles más que la diaria subsistencia. Miraron a nuestros hombres muy atentamente mientras [éstos] cortaban madera y llenaban agua, pero no se acomidieron a echarnos una mano ni a hacer nada que requiriera trabajo duro.”

Noticia igualmente importante es la que nos da de sus armas: “son arcos y flechas, con los que pueden cazar pájaros volando. Sus arcos son de aproximadamente 7 pies de largo y de una madera dura y flexible desconocida para nosotros, con cuerdas de hierba de seda; sus flechas de aproximadamente 4 pies y medio, hecha de vara y puntiaguda con huesos de pescado que se forman para el propósito.”

“La mayoría de sus cuchillos y otros instrumentos de corte están hechos de dientes de tiburón. Vi 2 o 3 perlas grandes en sus collares y pulseras, y los españoles me dijeron que tenían más de ellas en las inmediaciones del golfo de California, donde tienen misioneros plantados entre ellos.”

Acerca de los nativos: “estuvieron muy familiarizados con nosotros, y subían con frecuencia a bordo para ver nuestros barcos, que admiraban poderosamente. No vimos barcos ni canoas entre ellos, ni ninguna otra embarcación de vela, sino troncos de barcazas que dirigían con remos en cada extremo. Dimos una camisa a uno de los nativos, pero pronto la rompió en pedazos y los dio al resto de sus compañeros para poner las semillas que usaban para hacer pan. No vimos utensilios de cocina ni supongo que tienen alguno, porque entierran a sus peces en un montón de arena y hacen un fuego sobre él hasta que piensan que está listo para comer. Había todos los peces habituales en esos mares que se encuentran en la bahía.”

Sobre un elemento sustancial: “El agua dulce aquí es buena y tienen abundancia de hinojo marino. Hacen un fuego en medio de sus chozas, que son muy bajas y llenas de humo. No vimos pájaros extraordinarios aquí. Me dice nuestra gente que ha estado en tierra, que producen fuego frotando dos palos secos uno contra el otro, como es costumbre entre los indios salvajes.”

Por último, la descripción inequívoca de la geografía sanluqueña: “La entrada al puerto puede ser conocida por cuatro rocas altas que se parecen a las agujas de la isla de Wight [Inglaterra], según se viene del oeste; los dos más occidentales en forma de conos de azúcar. Lo más interno tiene un arco como un puente, a través del cual el mar se abre paso.”

Una imagen de la isla inglesa de referencia corroborará al lector la similitud que encuentra el corsario con el Finisterre peninsular, cabo California, la primera California de todas…

dato

* Versión original por cortesía de Simón O. Mendoza.

* Traducción de Adrián Coronado Díaz B.

Sobre el cabo de San Lucas, al que llama adecuadamente California, el corsario inglés Woodes Rogers comenta que nada vieron en materia de muebles o utensilios entre los nativos.

Agrega que “Subsistieron principalmente de peces mientras estuvimos aquí, que aunado a la miseria de sus chozas, que parece que sólo fueron hechas por un tiempo, nos hizo concluir que no tenían habitaciones fijas aquí, y lo que sea que tengan está en otro lugar, y que ésta era su temporada de pesca.”

“No vimos redes o ganchos –agrega-, sino instrumentos de madera, con los que golpean al pez con mucha destreza y se sumergen de manera admirable. Algunos de nuestros marineros me dijeron que vieron a uno de ellos sumergirse con su instrumento, y mientras él estaba debajo del agua colocó su ariete con un pez en la punta, que fue quitado por otro observado por él en el tronco de una barcaza.”

Advierte que “El lector puede creer de esto lo que le agrade, pero le doy más crédito porque yo mismo arrojé algunos cuchillos oxidados por la borda, con el propósito de probar a esos buzos, que rara vez fallaban el atrapar un cuchillo antes de que pudiera hundirse alrededor de 3 o 4 brazas, lo cual tomé como prueba extraordinaria de su agilidad.”

Respecto a sus hábitos alimentarios dice: “En lugar de pan usaban una pequeña semilla negra que molieron con piedras y se la comieron a puñados; algunos de nuestros hombres espesaron su caldo con ella y dicen que sabe a café. Tienen algunas raíces que comen como ñame, una especie de semillas que crecen en arbustos y saben a chícharos, una baya que se parece a los de la hiedra y, estando en el fuego, se comen como chícharos secos.”

De la pitahaya, expresa: “Tienen otro como una grosella grande, con una pulpa blanca agria y grano; a este tipo de fruta parecen valorar mucho. También tienen una fruta que crece en el nopal, sabe a grosellas y hace buena salsa. Tienen muchas otras semillas y plantas desconocidas para nosotros, pero no estaba en condiciones de ver o describirlas.”

En otro orden de cosas hace saber que “Parecen tener una temporada de caza por las pieles de los ciervos que vimos entre ellos.

De cierta clase de autoridad: “dieron una especie de tributo a un hombre cuya cabeza estaba adornada con plumas hechas en forma de gorra. En otro respecto parecen tener todas las cosas en común, porque cuando intercambiaron pescado con nosotros por viejos cuchillos, de los cuales teníamos mucho, se los repartían entre ellos, y después de que tuvieron suficiente ya no obtuvimos pescado de ellos. Parecen estar muy ociosos y parece no importarles más que la diaria subsistencia. Miraron a nuestros hombres muy atentamente mientras [éstos] cortaban madera y llenaban agua, pero no se acomidieron a echarnos una mano ni a hacer nada que requiriera trabajo duro.”

Noticia igualmente importante es la que nos da de sus armas: “son arcos y flechas, con los que pueden cazar pájaros volando. Sus arcos son de aproximadamente 7 pies de largo y de una madera dura y flexible desconocida para nosotros, con cuerdas de hierba de seda; sus flechas de aproximadamente 4 pies y medio, hecha de vara y puntiaguda con huesos de pescado que se forman para el propósito.”

“La mayoría de sus cuchillos y otros instrumentos de corte están hechos de dientes de tiburón. Vi 2 o 3 perlas grandes en sus collares y pulseras, y los españoles me dijeron que tenían más de ellas en las inmediaciones del golfo de California, donde tienen misioneros plantados entre ellos.”

Acerca de los nativos: “estuvieron muy familiarizados con nosotros, y subían con frecuencia a bordo para ver nuestros barcos, que admiraban poderosamente. No vimos barcos ni canoas entre ellos, ni ninguna otra embarcación de vela, sino troncos de barcazas que dirigían con remos en cada extremo. Dimos una camisa a uno de los nativos, pero pronto la rompió en pedazos y los dio al resto de sus compañeros para poner las semillas que usaban para hacer pan. No vimos utensilios de cocina ni supongo que tienen alguno, porque entierran a sus peces en un montón de arena y hacen un fuego sobre él hasta que piensan que está listo para comer. Había todos los peces habituales en esos mares que se encuentran en la bahía.”

Sobre un elemento sustancial: “El agua dulce aquí es buena y tienen abundancia de hinojo marino. Hacen un fuego en medio de sus chozas, que son muy bajas y llenas de humo. No vimos pájaros extraordinarios aquí. Me dice nuestra gente que ha estado en tierra, que producen fuego frotando dos palos secos uno contra el otro, como es costumbre entre los indios salvajes.”

Por último, la descripción inequívoca de la geografía sanluqueña: “La entrada al puerto puede ser conocida por cuatro rocas altas que se parecen a las agujas de la isla de Wight [Inglaterra], según se viene del oeste; los dos más occidentales en forma de conos de azúcar. Lo más interno tiene un arco como un puente, a través del cual el mar se abre paso.”

Una imagen de la isla inglesa de referencia corroborará al lector la similitud que encuentra el corsario con el Finisterre peninsular, cabo California, la primera California de todas…

dato

* Versión original por cortesía de Simón O. Mendoza.

* Traducción de Adrián Coronado Díaz B.