/ domingo 2 de enero de 2022

1 de enero: dos aniversarios californios

¡Madre, me voy a California…!

El primer día de 1942, a las once de la mañana, “salieron 218 almas de La Paz a Santo Domingo en trece camiones de carga del gobierno.”

En el libro Mis recuerdos. Sinarquismo y María Auxiliadora, Salvador Abascal Infante hace la crónica que abarca de 1935 a 1944, desde su militancia en el sinarquismo, las gestiones y el reclutamiento para la empresa en Baja California Sur, la fundación, las vicisitudes y prosperidad de la colonia María Auxiliadora, hasta el abandono del proyecto y su rompimiento con la Unión Nacional Sinarquista (UNS).

La idea de la colonización en BCS fue lanzada por Abascal al presidente Manuel Ávila Camacho en un telegrama donde le expresó, en la última parte: “Propóngole plan de colonización inmediata obligándome colonizar breve plazo terrenos actuales desérticos de Baja California… Dicha colonización facilitará la instalación de fuertes guarniciones de soldados federales en los lugares que la defensa del país lo requiera.”

Eran tiempos de guerra y existía el riesgo de que las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) pretendieran avanzar en suelo americano a través de la península californiana, particularmente de su bahía Magdalena.

El proyecto fue recibido en la presidencia con la promesa de apoyarlo.

Así, a las seis de la tarde del 29 de diciembre de 1941 llegaron a La Paz, “a las 48 horas justas de felicísima navegación”, narra Abascal… “Cuando se acercó el barco (de nombre Salvatierra, de 150 toneladas, fletado en Mazatlán por cuatro mil pesos) al muelle de La Paz...”

Con sus insignias religiosas “desfilamos del muelle a la parroquia, en silencio, en medio de la simpatía del pueblo de La Paz; mucha gente nos había recibido en el muelle y muchos hombres nos ayudaron espontáneamente al traslado de los equipajes. De la iglesia nos fuimos al cuartel que nos había preparado el Lic. Zermeño: una gran casa en que cupimos todos muy bien.”

“Hablamos Zermeño y yo con el general [Francisco José] Múgica. Ya lo había yo tratado en México, en Gobernación. Jamás tocamos nuestras ideologías, porque estábamos de acuerdo en lo relativo a la colonización. Era hombre franco y abierto de fisonomía, de grandes cualidades naturales, instruido, cumplidor y con experiencia y conocimientos en agricultura..., nos ayudó cuanto pudo y no más por ser limitados los recursos económicos del gobierno del Distrito Sur...”

Caso notable del encuentro y colaboración, en tales circunstancias, entre el revolucionario de izquierda incuestionable y el dirigente de acendradas convicciones religiosas. Esto sólo podía darse en un ámbito difícil como el de Baja California Sur, ajeno para ambos, pero en el que se encontraron y entendieron.

De Isidro Rivera, miembro de la segunda hornada que se integró a este proyecto es el siguiente fragmento de su canción Madre, me voy a California: “Estas tus tierras, hoy tristes y desiertas, convertiremos en un hermoso edén; por nuestro esfuerzo serás, ¡oh, California!, de nuestra patria riquísimo vergel.”

La historia sudcaliforniana quedó así enriquecida con el empeño de las familias de mexicanos que, encabezadas por un proyecto sinceramente providencialista, hizo de esta tierra, como tantas veces, laboratorio idóneo para la persecución de una utopía.

El municipio sudcaliforniano

Suceso medular de la existencia política de California Sur fue la reinstauración de su vida municipal después de 43 años de haber sido cancelada para el Distrito y los Territorios federales.

Los californios habían quedado entonces en la penuria democrática casi total, sujetos a ver atendidos sus afanes de mejoramiento comunitario en delegaciones de gobierno cuyos titulares fueron desde entonces designados por los gobernadores del Territorio, hasta que el presidente Luis Echeverría decretó en 1971 el restablecimiento de los municipios en esa media península.

Correspondió al gobernador Félix Agramont Cota, en el primer año de su responsabilidad (1970-1975), disponer el inminente cambio que habría de ser político y administrativo pero básicamente de las estructuras mentales de una sociedad que a su pesar había perdido el hábito de emitir el voto para la designación de las propias autoridades primarias, con excepción de un diputado federal cada tres años.

Y entonces un grupo designado por el gobernante, en el que se hallaba el autor de esta nota, se dedicó a recorrer la entidad para informar a la población acerca de lo que habría de ser su nueva estructura política.

El 1 de enero de 1972 quedaron instalados los tres primeros ayuntamientos de Comondú, La Paz y Mulegé. Posteriormente serían creados los municipios de Los Cabos (1981) y Loreto (1992), por iniciativas, respectivamente, de los gobernadores Ángel César Mendoza y Víctor Manuel Liceaga.

¡Madre, me voy a California…!

El primer día de 1942, a las once de la mañana, “salieron 218 almas de La Paz a Santo Domingo en trece camiones de carga del gobierno.”

En el libro Mis recuerdos. Sinarquismo y María Auxiliadora, Salvador Abascal Infante hace la crónica que abarca de 1935 a 1944, desde su militancia en el sinarquismo, las gestiones y el reclutamiento para la empresa en Baja California Sur, la fundación, las vicisitudes y prosperidad de la colonia María Auxiliadora, hasta el abandono del proyecto y su rompimiento con la Unión Nacional Sinarquista (UNS).

La idea de la colonización en BCS fue lanzada por Abascal al presidente Manuel Ávila Camacho en un telegrama donde le expresó, en la última parte: “Propóngole plan de colonización inmediata obligándome colonizar breve plazo terrenos actuales desérticos de Baja California… Dicha colonización facilitará la instalación de fuertes guarniciones de soldados federales en los lugares que la defensa del país lo requiera.”

Eran tiempos de guerra y existía el riesgo de que las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) pretendieran avanzar en suelo americano a través de la península californiana, particularmente de su bahía Magdalena.

El proyecto fue recibido en la presidencia con la promesa de apoyarlo.

Así, a las seis de la tarde del 29 de diciembre de 1941 llegaron a La Paz, “a las 48 horas justas de felicísima navegación”, narra Abascal… “Cuando se acercó el barco (de nombre Salvatierra, de 150 toneladas, fletado en Mazatlán por cuatro mil pesos) al muelle de La Paz...”

Con sus insignias religiosas “desfilamos del muelle a la parroquia, en silencio, en medio de la simpatía del pueblo de La Paz; mucha gente nos había recibido en el muelle y muchos hombres nos ayudaron espontáneamente al traslado de los equipajes. De la iglesia nos fuimos al cuartel que nos había preparado el Lic. Zermeño: una gran casa en que cupimos todos muy bien.”

“Hablamos Zermeño y yo con el general [Francisco José] Múgica. Ya lo había yo tratado en México, en Gobernación. Jamás tocamos nuestras ideologías, porque estábamos de acuerdo en lo relativo a la colonización. Era hombre franco y abierto de fisonomía, de grandes cualidades naturales, instruido, cumplidor y con experiencia y conocimientos en agricultura..., nos ayudó cuanto pudo y no más por ser limitados los recursos económicos del gobierno del Distrito Sur...”

Caso notable del encuentro y colaboración, en tales circunstancias, entre el revolucionario de izquierda incuestionable y el dirigente de acendradas convicciones religiosas. Esto sólo podía darse en un ámbito difícil como el de Baja California Sur, ajeno para ambos, pero en el que se encontraron y entendieron.

De Isidro Rivera, miembro de la segunda hornada que se integró a este proyecto es el siguiente fragmento de su canción Madre, me voy a California: “Estas tus tierras, hoy tristes y desiertas, convertiremos en un hermoso edén; por nuestro esfuerzo serás, ¡oh, California!, de nuestra patria riquísimo vergel.”

La historia sudcaliforniana quedó así enriquecida con el empeño de las familias de mexicanos que, encabezadas por un proyecto sinceramente providencialista, hizo de esta tierra, como tantas veces, laboratorio idóneo para la persecución de una utopía.

El municipio sudcaliforniano

Suceso medular de la existencia política de California Sur fue la reinstauración de su vida municipal después de 43 años de haber sido cancelada para el Distrito y los Territorios federales.

Los californios habían quedado entonces en la penuria democrática casi total, sujetos a ver atendidos sus afanes de mejoramiento comunitario en delegaciones de gobierno cuyos titulares fueron desde entonces designados por los gobernadores del Territorio, hasta que el presidente Luis Echeverría decretó en 1971 el restablecimiento de los municipios en esa media península.

Correspondió al gobernador Félix Agramont Cota, en el primer año de su responsabilidad (1970-1975), disponer el inminente cambio que habría de ser político y administrativo pero básicamente de las estructuras mentales de una sociedad que a su pesar había perdido el hábito de emitir el voto para la designación de las propias autoridades primarias, con excepción de un diputado federal cada tres años.

Y entonces un grupo designado por el gobernante, en el que se hallaba el autor de esta nota, se dedicó a recorrer la entidad para informar a la población acerca de lo que habría de ser su nueva estructura política.

El 1 de enero de 1972 quedaron instalados los tres primeros ayuntamientos de Comondú, La Paz y Mulegé. Posteriormente serían creados los municipios de Los Cabos (1981) y Loreto (1992), por iniciativas, respectivamente, de los gobernadores Ángel César Mendoza y Víctor Manuel Liceaga.